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Servir o servirse como entrenadores en el deporte de base

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Muchos de los entrenadores que se forman en cursos de técnicos deportivos de los que he tenido el privilegio de poder compartir conocimientos, muestran un gran interés por conocer cómo funcionan los jóvenes deportistas a los que van a entrenar o están entrenando. Se preguntan cómo hacer para darles lo ideal a esos deportistas para que sean mejores como deportistas, adquieran buenos valores, ayudarles como personas y hacer que sus equipos funcionen mejor. La mayoría piensan y están ávidos por ampliar sus conocimientos prácticos para darles lo mejor. Preguntan, leen, ven videos…Quieren “servir” a esos jóvenes que practican deporte y que están a su cargo.

En cambio, aún existes casos que están mucho más pendientes de todo lo contrario. Su principal interés es el de avanzar como entrenadores a costa de todo lo que tengan a su mano, con el resultado deportivo por único fin. En lugar de ver a los jóvenes deportistas que están a su cargo como personas potenciales que tienen un gran margen de mejora en todos los aspectos, los tienen como un medio para conseguir su gran fin, que es el de demostrar su gran valía como técnico e ir subiendo escalones o prestigio constantemente. Es decir, van a “servirse” del deporte de base para el logro de sus fines.

Obviamente, el funcionamiento de los que van a servir (los primeros) a los que quieren servirse (los segundos) es muy diferente. Mientras que los primeros observan, analizan lo que ocurre, se cuestionan cómo mejorar a sus deportistas, los segundos están pendientes de si se logra o no un resultado deportivo. Los que “sirven” tienen su principal foco de atención en el deportista, mientras que los que “se sirven” de sus deportistas los utilizan si creen que les ayudarán a ser técnicos más prestigiosos, y si no pueden “pasar totalmente” de aquellos que creen que “no les valen” o enfadarse cuando “les han fallado” porque se juegan mucho para ellos mismos.

La forma de comportarse de esos entrenadores que de verdad están pendientes de las necesidades de sus deportistas, es la de preguntar, observar, conocer. Por ejemplo, cuando observan que un deportista no se comporta como era habitual en él, recogen información de su entorno para ver qué está ocurriendo. O cuando un padre, o una madre, o un entrenador anterior les da una información sobre ese deportista, la intentan entender y la aprovechan para buscar las mejores soluciones para ese deportista.  Y, si se equivocan, son capaces de aceptar su error para mejorar en el futuro. Están en un proceso de mejora constante propio y para los demás.

La manera de comportarse de un entrenador que va a “servirse”, muchas veces tiene que ver con una cierta prepotencia en la que tienen que demostrar constantemente que “saben más que nadie” porque claro, tiene que quedar claro que sus conocimientos son los que le van a hacer “subir escalones” en prestigio, sin la ayuda de nadie más. Es él el que hace que sus equipos y deportistas rindan a gran nivel, y sin él sus deportistas no son nada. Su criterio está por encima de cualquier otra opción. No van a reconocer que se han equivocado: buscarán excusas externas a ellos para justificar cualquier decisión errónea que para ellos no lo es.

Existe una gran diferencia entre una manera de actuar y otra en el desarrollo de los jóvenes deportistas. Mientras que los primeros entrenadores (“servir”) ayudarán a evolucionar a sus deportistas en gran manera, entendiendo sus necesidades y potenciándolas, ofreciéndoles buenas experiencias adaptadas a cada uno, los segundos (“servirse”) dejarán que el proceso de aprendizaje esté limitado a sus instrucciones y su manera de ver cada situación, desde su propio ego.

Por cierto, ¿quién “ganará más”? ¿El que hace mejor su trabajo aprovechando mejor los medios y potenciando a los que están a su alrededor, o los que no? Realmente, ganar es una consecuencia del buen trabajo, no al revés.

Cada vez más, el deporte de base actual (y también el adulto, por qué no) precisa de entrenadores inteligentes que sepan sacar el máximo provecho y desarrollo de los deportistas que están a su cargo (“sirven”). Y no de aquellos que imponen su criterio sin más buscando ensalzar su ego y falso prestigio (“servirse”). Los clubes y dirigentes deberían de tener muy en cuenta estos aspectos. Es la gran diferencia que marca a los grandes entrenadores de los demás, donde, sobre todo en el deporte de base, los técnicos deportivos son cada vez más importantes.

David Peris Delcampo
@dperisd
Psicólogo experto en psicología del deporte
Entrenador Nacional de Fútbol y de Fútbol Sala
Profesor de la Universidad de Valencia
Presidente de la Associació de Psicologia de l’Esport de la Comunitat Valenciana (APECVA)
Vicepresidente de la Federación Española de Psicología del Deporte

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