Los mejores talentos no siempre son los que acaparan los focos, se llevan los highlights y salen en las mejores fotos. Hay algunos que pasan desapercibidos, por h o por b, pero sin bajar ni un mínimo su rendimiento sobre el césped. Jugadores de los que apenas escucharás sus nombres, pero que a la hora de la verdad, siempre dan el callo. Eso le pasa a Pedro Luque (Puzol, 2006) que trabaja y se desloma en la sombra de la sombra sombrísima. Un chico callado, introvertido que no rechista y siempre ejerce como líder. No le veremos en tweets de ‘descubriendo a’ ni tampoco en ‘mejores momentos de’, pero lo cierto es que es un central como la copa de un pino. Simplemente, no está en el escaparate y es algo que sorprende viendo el gran rendimiento que está dando en la academia del Villarreal CF.
Lleva más de 10 años de groguet y actúa como capitán del Juvenil A con un dato despampanante: ha jugado todos y cada uno de los minutos disputados hasta el momento en DH (16 titularidades y 1530′) convirtiéndose en el jugador que más partidos ha disputado de la plantilla amarilla. Carlos Mulet sabe que sin él, el cuadro de La Plana padece y no puede permitirse no contar con Pedro. El ‘tute’ físico que lleva es sorprendente, pero se encuentra bien y aportando como siempre. Muchos en su lugar habrían pedido un descanso o hubieran caído lesionados por sobrecarga de minutos, pero el puzolenco está hecho de otra pasta; cemento armado o yeso (una de dos creo yo). Albelda ya le ha echado el ojo y lo ha llamado en tres ocasiones durante el presente curso (UD Castellonense, Castellón B y Crevillente). En noviembre de 2023, renovó 5 temporadas más; hasta junio de 2028. Un contrato forjado en acero puro para ‘atar’ al defensor sin miedo a que puedan llegar otros clubes a intentar ‘cazarlo’.

Hay jugadores que por el simple hecho de estar promocionados en una categoría superior despiertan el interés de muchos scouts, combinados nacionales etc, pero en el caso de Luque, siempre ha seguido los pasos adecuados y naturales. Es ese chico de 3º de la ESO que se sienta en las primeras filas para atender, no pierde el tiempo en distracciones y saca buenas notas. Pero a su vez, se junta con su grupito cuando llega la hora del recreo. Su introversión y personalidad reservada no se corresponde con lo que vemos en el campo: firmeza, robustez, jerarquía y tenacidad que le convierten en un central capaz de pegar cuatro voces para despertar a sus compañeros. A pesar de ser juvenil de último año, Pedro desempeña una función de maestro con Palomares. El ‘4’ está ayudando a ‘Palo’ a crecer mucho desde la defensa y el efecto se está notando. Alejandro llegó algo verde a Miralcamp y desde que juega con Luque, interpreta mejor el juego y es menos propenso al error. Eso también hay que destacarlo, por ende. Por si no lo habéis visto, en ESPORTBASE Media, hace algo más de dos años hicimos un perfil de Pedro cuando estaba en el Juvenil B groguet.
Perfil: Pedro Luque, por Xavi Jorquera
Se están dando los pasos correctos
Si en la faena de parar balones y proteger la portería es un crack, cuando toca tirarse a la piscina y subir al área rival, Luque se quita el corsé y lo hace. Ya es habitual en él iniciar una jugada de ataque y finalizarla (o al menos estar dentro de la zona de castigo para cazar algún rebote o balón aéreo). Es un central ‘old school’: no le gusta exhibirse en redes sociales y tampoco monta mucha parafernalia en el campo para quedar bien. Un chico correcto, profesional, comedido y con una madera que precisamente no es de chopo. Midiendo 1,87, su poderío y potestad en las amenazas aéreas es incontestable y a partir de ahí, a jugar por el piso donde se defiende de maravilla: o encuentra rápidamente el pase de seguridad o, fija y después rompe líneas del contrario a través de la conducción. Su temporada me está pareciendo brillante y creo que nos estamos ‘malacostumbrando’ porque no hay errores en lo que hace. Ya lo hemos tomado como el que se bebe un café cada mañana: una rutina.
Sus actuaciones notables (y muchas sobresalientes) ejemplifican una regularidad que casi no tiene picos, eso es muy gratificante. Con 18 años y tras haber empezado una carrera universitaria, Pedro quiere seguir evolucionando y apuntalando cosas que todavía tiene que mejorar (lógico y normal). Es el capitán del barco de un juvenil que, sin él, Dios sabe si seguiría navegando en alta mar.