El 16 de julio de 2020, la pedanía de El Pontón (a 3 kilómetros de Requena) se veía sacudida por una tragedia en forma de fallecimiento de un joven adolescente de 15 años, Cristian Herráiz, tras sufrir un accidente un día antes mientras jugaba una pachanga de futbito con sus amigos en la única instalación habilitada para ello, justo al lado del centro cultural de la aldea y en unas condiciones peligrosas para los deportistas.
ESPORTBASE contó las circunstancias del suceso y el duro golpe que supuso para su familia y amigos, especialmente en el caso de la escuela del SC Requena donde Cristian había desarrollado parte de su formación deportiva.
En un editorial de este periódico se alertó de que un accidente como el sufrido por Cristian, que murió después de caer desde una altura de tres metros tras encaramarse al aparato de aire acondicionado y golpearse fuertemente la cabeza contra el suelo, podría pasarle a cualquier niño o adolescente. Y de que las instituciones debían hacer autocrítica para intentar habilitar una mejor instalación deportiva para los jóvenes que nos les ‘obligase’ permanentemente a trepar, escalar muros o subir por fachadas para poder hacer deporte.
Un año después, nada ha cambiado en El Pontón. A nivel institucional no ha habido ningún movimiento concreto para solventar el problema, a pesar de que hay en tramitación obras de mejora en la instalación. A continuación reproducimos, de manera íntegra, la carta abierta remitida a este diario de una habitante de la aldea que denuncia la inacción de los responsables políticos del lugar.
La desgracia de El Pontón
Hoy hace un año que sufrimos una gran desgracia en El Pontón. A un grupo de amigos que jugaban al fútbol se les quedó la pelota en el tejado del Centro Cultural y un joven de la aldea, Christian, al querer rescatar el balón perdió su vida.
La pista de fútbol (por llamarla de alguna manera, ya que es de asfalto duro) está bordeada por dos tapias de dos metros de altura. En un costado tenemos una viña que está vallada (portería) y no se puede acceder a ella. Además, hay un corral privado con cebolleras de techos de uralitas rotas. El otro extremo del campo (la otra portería) da al Centro Cultural de la aldea.
Pues bien, desde que ocurrió este trágico accidente, tanto a la alcaldesa de El Pontón como al alcalde de Requena se les pidió que instalasen redes, vallas… alrededor de dicha pista de manera que los balones de fútbol despedidos no se saliesen del recinto y se ‘colasen’ por los dos fondos, provocando que los niños se pongan el riesgo mientras tratan de rescatarlos.
A día de hoy, un año después, ¡SIGUE TODO IGUAL! Sí, todo igual. Como si nada hubiese ocurrido. Siempre se ha dicho que muchas veces se actúa después de una desgracia: pues en este caso parece que quieren tener más accidentes ya que el problema no se ha remediado.
El año pasado teníamos la excusa de que no se pueden realizar obras sin presupuestos o trabas burocráticas. Los presupuestos fueron aprobados en diciembre y desconocemos si se ha incluido o no, pero desde luego han tenido tiempo de sobra para arreglarlo. Por lo que nos dicen, solventar este problema tan peligroso no cuesta ni siquiera mil euros. ¿Me quiere decir la alcaldesa que la aldea no dispone de ese dinero para arreglarlo? Este texto no va de política, porque han pasado por aquí azules y rojos, y la situación sigue manteniéndose como antaño.
Los niños de nuestra aldea cuentan con un parque con tres caballitos, un tobogán pequeño y un campo de fútbol. Ya no tienen nada más. Bueno si, tenemos una piscina cerrada desde el año 2019 y una carretera muy buena para que los coches pasen a gran velocidad. Hace años que no hay control de radar de velocidad en esta aldea.
Como madre, no soy capaz de ponerme en el lugar de los padres de Christian, que van a ponerle flores a su hijo y sienten que aquí no ha pasado nada. No me imagino lo que pasa por su cabeza cuando presencian habitualmente a otros niños escalando esas tapias. La vida de su hijo no la van a recuperar, pero sí que pueden salvar otras. Una mala caída igual la puedes sufrir a dos que a cinco metros de altura.
¿A qué estamos esperando? Parece la ley del silencio: aquí nadie sabe, aquí nadie dice nada.
No estamos hablando de ninguna tontería, estamos hablando de la vida de un niño de 15 años: un chico bondadoso, inocente, simpático, tímido, tierno… Una persona que todos aquellos que tuvieron la suerte de conocerlo jamás lo olvidarán. No es justo porque, cuando este tipo de cosas se pueden evitar, hay que hacer todo lo posible por solucionarlo.
Ayudemos a que sus padres, Jesús y Encarna, puedan llevar este duelo un poquito mejor. Ayudemos a sus amigos que intentan superarlo, pero no olvidarlo.
Desconozco si se debe a que a estos políticos no les toca de cerca, pero es muy duro este pasotismo viendo como todo transcurre como si no hubiese pasado nada. Y sí que ha pasado. Ha fallecido un chaval en la aldea y nadie ha hecho NADA para que esto no se repita.
Si tan mal están las arcas municipales, precinten ese campo si no es apto para ese fin. La seguridad de nuestros hijos debe estar por encima de todo.
Por favor, un poco de sentido común, que estamos hablando de algo insignificante para un Ayuntamiento, pero algo muy grande para una aldea y unas familias.
Firmado: una madre angustiada