Entrenamiento mental en el fútbol: de la amenaza al reto

La trayectoria de un futbolista que está instalado en el fútbol formativo de alto rendimiento con el objetivo de llegar a ser profesional, no está exenta de algunas situaciones que le puedan hacer sentir una cierta vulnerabilidad. Este es el caso de Francisco, que desde las categorías inferiores de su club logró escalar y ocupar un hueco de titular en el equipo de División de honor juvenil. Fueron unos años magníficos, de éxitos colectivos pero también de reconocimiento individual: llegó a enfundarse la camiseta de la Selección nacional Sub-18. Sin embargo, esta temporada rara y difícil para todos por la Covid-19, algo fundamental había cambiado para él, su entrenador le había relegado al rol de suplente.      

“Desde los 11 años le han tocado vivir cosas muy buenas y ahora le toca vivir otra”

Durante su trayectoria deportiva, los futbolistas se ven en la obligación de gestionar momentos que nunca antes habían experimentado, situaciones que ellos viven con una gran incertidumbre y que suelen provocar respuestas de ansiedad.

¿Cómo puede gestionar un deportista una situación de dificultad que le está afectando a su rendimiento deportivo y a su propia estabilidad personal?

Francisco se dio cuenta que estaba pasando por un bache y que no se sentía bien, “no estoy en un buen momento”. Mientras, a su alrededor todo funcionaba de maravilla: su equipo iba líder en la clasificación y algunos compañeros estaban en un momento de forma óptimo disfrutando de la titularidad en el equipo. Al llegar a casa, anotó en un cuaderno una frase que deslizó su entrenador en la rueda de prensa posterior al partido: “Como todo en la vida, el primero que tiene que querer salir de las dificultades es uno mismo”.

A la mañana siguiente se reunió con sus padres y su representante y decidieron contratar un preparador físico personal con conocimientos de nutrición. También se centró en la misiva que le envió su entrenador y se propuso seguir trabajando muy fuerte en los entrenamientos pensando siempre en el equipo.

Desarrolló el nuevo plan establecido, él siempre había sido “un cabeza dura”, pero pasado un tiempo fue consciente de que seguía en la misma situación, o peor, dado que no estaba rindiendo adecuadamente y se sentía todavía más frustrado. Además, le estaban afectando mucho algunas críticas de la prensa deportiva, sobre todo el programa de fútbol de la TV autonómica, y algunos comentarios en las redes sociales.

Aunque su actitud era siempre inmejorable, le comentó a su mejor amigo que ahora “mentalmente no estaba bien a la hora de competir”. Afrontaba los partidos muy nervioso, quería aprovechar tanto el poco tiempo que le daba su entrenador que siempre se precipitaba intentando resolver los partidos él solo, le afectaban mucho sus errores y ya ni siquiera disfrutaba de los triunfos de su equipo.

Asimismo, últimamente se notaba bastante irritado y estaba empezando a experimentar una cierta tensión negativa en el ámbito familiar. Francisco no estaba sabiendo aislar adecuadamente el foco de tensión que ahora le provocaba el fútbol. 

En este punto, una tarde paseando por el parque Río Turia hizo una reflexión: si mi actitud en los entrenamientos es la correcta, si además estoy haciendo sesiones extras de trabajo físico, he mejorado mi alimentación y la recuperación, ¿por qué me siento inseguro y mi rendimiento no mejora?  ¿Qué pieza de este puzzle no estoy sabiendo encajar?

Decidido por naturaleza y sabiendo que no debía aplazar indefinidamente la toma de decisiones, Francisco llamó a un Psicólogo deportivo que le recomendaron en el Club. Todo apuntaba a que estaba pasando por una dificultad mental, así que lo mejor era intentar encontrar la ayuda profesional más adecuada para tratar de resolver esta circunstancia de la forma más óptima posible.

“No sólo se trabaja físicamente, sino de muchas maneras. Todo ayuda”

A partir de este trabajo mental concreto con el Psicólogo deportivo, las cosas no fueron únicamente un camino de rosas pero empezó a percibir la situación más como un reto que como una amenaza. Se enfocó todavía más en el trabajo diario (“el trabajo paga”) fortaleciendo su motivación cotidiana, aceptó su rol secundario en el equipo pero con la idea de aprovechar los minutos que le diera su entrenador. Al tiempo, fue asimilando que podía cometer errores durante el partido y, sobre todo, entendió que lo más importante en este momento era “no venirse abajo”.    

En la primera oportunidad que tuvo como titular su equipo perdió y cayó eliminado de una competición muy importante, pero lejos de amedentrarse hizo unas declaraciones autocríticas al finalizar el partido. Al día siguiente llegó el primero al entrenamiento y estuvo activo y concentrado durante el mismo. Más tarde, al llegar a casa tomó una comida liviana y nada de dar vueltas al partido del día anterior ni estar mirando las redes sociales, sacó a pasear al perro. Por la tarde, hizo descanso activo y terminó el día con una cena ligera y una agradable conversación con su hermano y sus padres. Antes de irse a dormir para recuperar fuerzas vio un capítulo de su serie favorita

Siguió tranquilo pero sin desfallecer, manteniendo su plan de trabajo durante toda la semana esperando su oportunidad en el siguiente partido de Liga. Un partido difícil en un momento complicado, donde sabía que empezaría desde el banquillo, pero se sentía preparado y con un enorme deseo de jugar. Cuándo su entrenador le llamó para entrar en el campo quedaban 25 minutos y el partido estaba empatado a 0… 

Ahora, recién terminado con un 2-0 a favor, responde a las inteligentes preguntas de una periodista de Tv y se muestra sereno. Sobre todo se intuye en la imagen que acompaña su lenguaje no verbal el enorme peso que se ha quitado de encima, mientras razona y explica su actuación en el partido. Ha metido un gol, ha estado atento en todo momento a realizar la presión en la salida del balón y se ha comunicado bien con sus compañeros. Después de un tiempo tormentoso, la satisfacción manda sin tirar las campanas al vuelo, sabe que mañana debe seguir trabajando “porque nada es por casualidad”.  

               J. Enrique Rincón

Psicólogo Experto en Psicología deportiva

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 psicologodeportivoadnsport@gmail.com

Autor / 22 publicaciones

Psicólogo deportivo. Licenciado en Psicología y Máster en Psicología de la actividad física y del deporte de la UNED, Premio Isabel Blanco al mejor trabajo de Psicología aplicada. Coautor del libro “Psicología para entrenadores. Factores mentales clave para el rendimiento” (Editorial Punto Rojo, 2016), tiene una amplia experiencia en el asesoramiento y formación a entrenadores de fútbol e intervención psicológica con futbolistas. Actualmente es consultor en Psicoaching y colabora en ADN Global (Argentina) y la Agencia de representación de futbolistas Duxae Sports. Puedes comunicarte conmigo en psicologodeportivoadnsport@gmail.com

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