Que un niño/a se caiga, reciba un golpe o impacto es algo inevitable y en muchas ocasiones son los dientes los afectados. Los dientes que más se afectan por traumatismo son los incisivos. Los incisivos temporales, que son a los que nos vamos a referir en este texto, podríamos decir que permanecen más o menos en boca desde los 6 meses hasta los seis años.
¿Tiene importancia en un diente que se va a caer? Es una pregunta que nos hacen constantemente en la clínica… y la respuesta es “sí”.
La importancia radica fundamentalmente en que el diente permanente que sustituirá al temporal que ha recibido el impacto se encuentra en estrecha relación a este. En caso de los incisivos superiores, que son los que más frecuentemente se afectan, se encuentran adyacentes a la raíz en relación con el paladar, mientras que en los incisivos inferiores en relación con la lengua.
Cuando el diente temporal recibe el impacto lo transmite al diente permanente que está en formación y este puede verse afectado de diferentes formas. Se puede producir una alteración en la actividad de los odontoblastos o ameloblastos (células que forman la dentina y el esmalte) y así producirse una hipoplasia o hipocalcificación del diente permanente. Para que se entienda mejor, es como que falta un trocito de diente o una mancha en el mismo. También puede ocurrir un cambio en la angulación entre la corona y el diente, o puede fibrosarse la encía y que tarde más de lo habitual la erupción del este diente permanente.
Por todo ello, hay que tener en cuenta que un traumatismo en la dentición temporal puede afectar a la dentición permanente, más si cabe cuando debido al traumatismo del diente temporal sufre una luxación (un desplazamiento), importándonos más hacia dónde va la raíz que la corona. Lo más peligroso es cuando la corona (la parte visible del diente) se desplaza hacia vestibular (hacia delante, hacia el labio) ya que conlleva a que la raíz se desplace hacia donde está formándose el diente permanente como anteriormente hemos dicho. También hay que tener en cuenta el grado de desarrollo del diente permanente, cuanto menos desarrollado está el grado de afectación suele ser mayor.
También destacar que a diferencia de un diente permanente, cuando el diente deciduo se avulsiona (se sale) no debe reimplantarse ya que entre otros motivos, al colocarse podríamos dañar el diente permanente.
Pero no solo tiene importancia por todo esto, sino también por las posibles consecuencias que puede tener en el diente temporal. Una fractura del borde incisal puede hacer por ejemplo que haga daño a la madre cada vez que le dé la lactancia o que ante un nuevo traumatismo pueda tener una consecuencia peor para otro tejido blando como los labios del propio niño.
Son frecuentes los cambios de color en el diente que recibe el impacto. Frecuentemente el diente se hace más oscuro, como ennegrecido, color que si hace poco que se ha dado el golpe puede significar una simple reacción hemorrágica pero que si ha pasado más tiempo puede significar la necrosis del mismo (su muerte) siendo de más trascendencia cuando esta necrosis es séptica (hay infección) pudiendo producir dolor al niño/a, inapetencia, fiebre, incluso su hospitalización. Y de esta forma tambíen poder afectar al permanente.
Por todo ello, ante un traumatismo, sea dentición temporal o permanente, lo ideal es acudir a tu odontopediatra de confianza lo más inmediatamente posible y seguir el control clínico y radiográfico que el sanitario recomiende, para la salud del diente temporal, del permanente y del niño/a en cuestión.
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Texto: Javier Rangel López