Recuerdo hace unos cuantos años ya, en un congreso internacional de Psicología del Deporte, cuando en el turno de preguntas de una conferencia donde la speaker (una psicóloga de uno de los equipos punteros de la Primera División Femenina Española) dijo que no veía que hubieran diferencias sustanciales entre los aspectos a trabajar entre mujeres futbolistas y entre hombres futbolistas. A eso que yo, que en esa época había trabajado en un par de equipos de fútbol femenino y creo que conocía más o menos cómo estaba la situación en general en todos los ámbitos, le comenté que, desde mi experiencia, sí encontraba que había diferencias reseñables, sobre todo con relación a lo que en Psicología se llama “historia de aprendizaje” y lo que eso supone para el funcionamiento.
La historia de aprendizaje se refiere al tipo de experiencias que ha tenido esa persona en cuestión y qué ha aprendido en todo ese proceso.
En fútbol femenino, desde los comienzos, era habitual que una niña que despuntaba de muy joven, jugara con niños y, a los catorce años o así, ya empezara a jugar con mujeres adultas. Tradicionalmente era relativamente fácil jugar en un equipo de adultas si la niña lo hacía bien. ¿Fútbol base en chicas? Prácticamente no había.
En chicos, es y era de costumbre que un niño que empezaba, empieza a jugar a fútbol lo haga seguramente en querubines, con niños de su edad, con actividades (en principio) ajustadas a sus características)… y así va subiendo de equipo, y categoría, sumando experiencias, etapas, teniendo que adaptarse a nuevos grupos, nuevos entrenadores, a que si lo fichan o no por este o aquél equipo, que si lo “bajan” o lo “suben”… sabe estar en un grupo, entender lo que le dice y le “manda” su entrenador, manejar diferentes situaciones competitivas… además, en todo este proceso, ha podido observar lo que ocurría a otros conocidos, bien sea hermanos, primos, amigos u otros niños o jóvenes jugadores cercanos. Y no sólo ese niño, sino también sus padres y demás familiares que tienen esa referencia de otros, que van aprendiendo (mejor o peor) sobre cómo comportarse, sobre cómo actuar… Y dentro de esa historia de aprendizaje, está además la gestión de las emociones y otros aspectos psicológicos…
En chicas, todo esto no es igual, al menos en fútbol (quizás en otros deportes como el baloncesto o el vóley se asemeja mucho más a la historia de aprendizaje de los chicos en fútbol). En chicas, todo ese proceso, tradicionalmente no ha ocurrido. La falta de equipos, la facilidad en que las jugadoras podían “subir” a equipos de adultas, la escasez de jugadoras en relación a los chicos… todo eso hacía que esa historia de aprendizaje fuera muy diferente, y por tanto la manera de comportarse en general (diferencias individuales a parte) fuera también diferente.
En pocos años, todo esto ha cambiado muy rápido. Ahora, al menos en nuestra Comunitat Valenciana, sobre todo con el programa Valenta, hay cada vez más equipos de chicas, con categorías inferiores propias y con condiciones que cada vez más se asemejan a las de chicos o las de otros deportes más donde esa historia de aprendizaje es más rica (baloncesto, vóley…).
Y cada vez más se ven nuevas situaciones, como la decisión de si una jugadora se mantiene en el equipo, sube o baja… fichajes por “clubes importantes”, selecciones… o incluso estar en un equipo de un club de su edad y pasar a una edad diferente. Nuevas situaciones que generan esa historia de aprendizaje que hace más ricas las experiencias y, por tanto, si se encauza bien, las respuestas ante esa realidad del día a día.
Nuevas situaciones, que mejoran la historia de aprendizaje, pero sólo si se encauza bien todo esto.
Pasa algo parecido con el espectador, con las personas que estamos frente a la televisión o que vamos a los campos a ver fútbol donde juegan mujeres. Falta en muchos casos esa costumbre de querer ir a ver, seguir la competición, conocer jugadoras…
Tiempo al tiempo.
El fútbol, ese que juegan mujeres, ha avanzado mucho, sobre todo en nuestra Comunitat, que genera esas nuevas experiencias, a las que esas chicas futbolistas, mujeres que juegan al fútbol y nuevos familiares y espectadores nos tenemos que adaptar, que aprender. Esa historia de aprendizaje es diferente, y los recursos adquiridos también serán diferentes.
Por cierto, en relación a la anécdota del congreso de hace ya unos cuantos años, estoy seguro que la psicóloga (muy buena, por cierto) que lanzó aquella expresión, estaba en lo cierto si únicamente nos centrábamos en la élite de entonces del fútbol femenino y de aspectos psicológicos relacionados con el juego en ese colectivo de mujeres-elite en concreto. En cambio, existe un gran amplio abanico de situaciones a las que se enfrentan muchas jugadoras de todas las edades y que engloban esa historia de aprendizaje que marca su comportamiento en muchas otras (y también las competitivas de élite) situaciones.
Tiempo al tiempo. Sin prisas pero sin pausas. Y haciendo lo que toca, que esto avanza.
Historia de aprendizaje, cada vez más rica para que esas chicas de todas las edades cada vez sepan cómo funcionar mejor en muchas más situaciones. Seamos consciente de ello y trabajemos para que esto sea así.
David Peris Delcampo
@dperisd
Presidente Federación Española de Psicología del Deporte
Presidente Associació de Psicología de l’Esport de la Comunitat Valenciana (APECVA)
Profesor de la Universitat de València • Entrenador N3 TDS de Fútbol y Fútsal • Psicólogo Experto en Psicología del Deporte