Desde el momento en que esta columna rondó mi cabeza hasta el instante en que he comenzado a teclear apenas han pasado unos días, pero en ese tiempo se han precipitado los acontecimientos. Conceptos como ‘Levante’ y ‘cantera’ parecen algo invisibles en los últimos tiempos, especialmente en el periodismo ‘mainstream’ -siempre con honrosas excepciones de gran calidad-, aunque en ciertos momentos la realidad obliga a poner la lupa encima. Para eso estamos los medios especializados. Una vez magnificada la situación, hay detalles que preocupan.
El martes pasado hablé de este tema con aficionados del Levante; desde entonces, el Atlético Levante perdió -otra vez- en liga, el Juvenil ‘A’ hizo lo propio en División de Honor, Julián Calero sorprendió dando a Carlos Espí la titularidad ante el Mirandés, luego dio minutos de calidad a Xavi Grande en la segunda mitad y, como remate, ESPORTBASE destapó a última hora del lunes la destitución de Euge Ribera como técnico del filial. No son cuestiones aleatorias o independientes, y casi han acabado obligando a desarrollar aquella metáfora sobre los viñedos que escuché hace años.
Se exige a Calero que apueste por los jóvenes. Yo mismo lo hago -mucho, casi hasta la pesadez- en el caso de Carlos Espí, que por progresión y condiciones merece mucho más que esos miserables cinco, ocho o diez minutos que recibe cuando el míster le saca al césped del minuto 80 en adelante. No es Calero un entrenador demasiado amigo de las oportunidades a los canteranos, como ha demostrado a lo largo de su carrera. Pero, en un contexto de élite, se puede llegar entender: se le exigen resultados, y para ello prefiere herramientas ya conocidas, a ‘los suyos’, antes que arriesgar con apuestas de chavales con resultado incierto. En ese sentido, compramos argumento.
La situación de la cantera granota desde verano de 2023 obedece a esa socorrida pescadilla que se muerde la cola respecto a inversión y resultados. El Alavés impidió el regreso a Primera, la economía del club se congeló, hubo salidas en la dirección deportiva de Buñol –se fue Sergio Gómez, promocionó Joaqui Navarro– y el tijeretazo de los recortes afectó a todas las áreas de la entidad: primer equipo, empleados, sección femenina –no hace falta añadir mucho más a lo que se ve este año– y sí, la cantera.
No había dinero para nada: ni para grandes inversiones en captación, ni para ampliar medios y recursos en un contexto de fuerte competencia entre clubes de élite en la firma de jóvenes promesas. Bastante se ha hecho ‘atando’ a futbolistas de la casa y renovando sus contratos a pesar del poco margen que existe a nivel financiero. O logrando títulos como el de División de Honor Juvenil 2023-2024 con una camada de futbolistas más que prometedora liderada por un Euge Ribera que sí hizo méritos para su ‘ascenso’ al filial.

Buñol es un gran viñedo, la cantera granota es una bodega y los futbolistas, botellas de vino muy caras de producir. El funcionamiento es idéntico: siembras los viñedos y los cuidas (inviertes en la formación de los jugadores), pasan por un proceso de elaboración en barrica durante años (toda su etapa formativa en la cantera) y, sólo cuando están listos, embotellas y sacas al mercado para presumir de caldos de calidad (das la oportunidad en un filial o primer equipo, esperando una consolidación). Para ambas iniciativas necesitas dinero, tiempo y paciencia. Y el Levante podría gozar de las dos últimas… pero no de la primera. Al menos, no hoy.
Y por eso vas tirando de las botellas que te quedan en la bodega, sin poder dedicar recursos a ese viñedo que te garantice más frutos de aquí a cinco, diez o quince años. Eso, amigos, es un problema. Si no se invierte en crear al próximo lateral derecho titular del Levante 2034-2035, no habrá un Andrés García que poder vender llegado ese momento para cuadrar las cuentas. Recordad: la venta de un canterano es beneficio puro en los libros de cuentas, sin amortización que valga. La debilidad te expone también a que ‘espabilados’ entren en tu viñedo a llevarse las mejores cepas y no puedas hacer nada: por ejemplo, el verano pasado tras conquistar el campeonato de España, dos infantiles de Buñol pusieron rumbo a Valdebebas. Sin dinero, como bien saben Miñambres y Joaqui, no puedes contraofertar.
Este martes, otra reestructuración más: Euge ya no está, Álvaro del Moral regresa al filial del que ‘bajó’ el pasado verano, Chechu Bernal deja el Liga Nacional para llevar el timón del División de Honor… Cambios importantes, pero no diferenciales. Porque el problema de la cantera es estructural, y viene dado -guste más o menos su gestión- porque, como diría el célebre y (presunto) estafador presidente sudamericano que habla con mascotas fallecidas: «No hay plata». Estás tieso. Y sin dinero, el trabajo de cantera sólo te puede llevar hasta cierto punto.
Con esa idea volvemos al inicio de esta columna. ¿Me gustaría más Julián Calero si diese más bola a Espí, Xavi Grande u otros canteranos? Sin duda. Pero el entrenador quiere y necesita el ascenso a Primera División. Y para garantizar la supervivencia y el futuro del viñedo de Buñol… el Levante, como institución, también. O sea, que termino defendiendo las decisiones del entrenador aunque no esté de acuerdo con ellas. Sí, los agoreros somos gente muy rara…
