En el fútbol como en la vida, si le pones empeño a las cosas, acaban por salir (muchas veces). Y eso precisamente es lo que le ha pasado al Alboraya en su feudo frente al Valencia CF. Los chuferos han sido capaces de levantar un 0-1 en apenas 5 minutos para superar a uno de los ‘cocos’ de la categoría. El VCF se quedó con uno menos en la segunda mitad por la expulsión de Pol Trigueros.
La tarde prometía un duelo muy igualado en el campo de la UD Alboraya. Los locales venían de una racha muy negativa: 6 partidos sin ganar con 4 empates y dos derrotas que mantenían a los de Sergio Paredes en la zona media, pero con poco margen de error. El rival no invitaba a pensar en que la dinámica podía cambiar. Los de Óscar Sánchez iban como un tiro a cazar al Elche y no querían dejarse el triunfo en Alboraya. Ocurrió lo inesperado. En una primera parte donde el fútbol vistoso no reinó, los dos conjuntos se respetaron y ninguno dominó. Los que vestían de rojo propusieron un fútbol muy rocoso y rudo intentando desestabilizar a un Valencia que se mantenía bastante bien en la contienda. A pesar de ello, la primera gran ocasión la tuvo Miguel Torrero, tras zafarse de dos jugadores chés. Su disparo se marchó alto.
Todo se iba a poner de cara para los locales tras la expulsión de Pol Trigueros cuando, de nuevo, Miguel Torrero encaraba la portería de Raúl Jiménez y era derribado por el ‘6’. Con uno menos, los visitantes se iban al descanso con una sensación amarga a pesar de no haber competido mal. Sin embargo, en el fútbol importan muy mucho los detalles individuales y Leslie Okai, que había sido el primer cambio valencianista, abrió la lata con ayuda de un defensor del Alboraya. El chut del estadounidense golpeó en un zaguero cambiando su trayectoria. 0-1 y el Alboraya no se lo podía creer. Por su parte, los de la capital del Túria veían cómo, con uno menos, estaban recibiendo un botín de oro y diamantes. Había que remar para poder igualar el duelo y los locales no iban a tirar la toalla. En una de las numerosas llegadas del Alboraya, Carlos Alós desplegó mucho su brazo y el esférico le golpeó. No había duda: penalti para los chuferos que ponían el empate con una ejecución impecable de Lucas Alonso.
El 1-1 dejó aturdido a un VCF que fallaba muchos pases, no llegaba a las coberturas y empezaba a acusar el cansancio. El Alboraya olió la sangre y Mario Gallego entró a matar. Partió desde la banda y la puso en la esquina de la portería de Raúl Jiménez con el interior de la bota. Golazo que suponía la remontada y que hacía estallar al templo alborayense. Los murciélagos no se lo podían creer después de haber tomado ventaja y sujetado al Alboraya durante gran parte del partido. Prácticamente estaba todo decidido, pero Rodrigo Gamón pudo poner el 2-2 en la última jugada: a la media vuelta golpeó, el balón tocó en un defensor del Alboraya y se estrelló en la madera. Ese fue el último suspiro que dejó un encuentro de toma pan y moja. Un ejercicio de ‘never give up’. El VCF corta la racha tan buena que llevaba y el Alboraya toma oxígeno derrotando a Goliath.