El sábado pasado no tenía nada que hacer por la mañana, y decidí irme a Paterna para ver el derbi de juveniles en Liga Nacional. Y la verdad que no defraudó. Y eso que el día no era el indicado para ver un buen espectáculo porque en Valencia llovía a mares. Por gracia divina, poco antes de empezar el partido, amainó de golpe y se vio buen fútbol en el campo 4 de la Ciudad Deportiva de Paterna. Recuerdo, llegar al final de la ‘calle’ y sentarme en una de las gradas. Con el partido empezado, me fijé en el número 9 granota que no ha caído en saco rato ni mucho menos. De nombre Andrei y de apellido Roates. Fue ‘a calzón quitao’ contra el VCF. A pesar de que el Levante perdiera, el rumano fue el hombre del partido dando un clínic del fútbol que ‘no se ve’. Y eso que venía de hacer 3 goles en las dos primeras jornadas: marcó el tanto de la victoria ante el Torre Levante y se adjudicó un doblete frente al Atlético Salesianos Burriana.
Con un media de 1,31 goles por partido, Andrei ha entrado por la puerta grande en Liga Nacional. Solo llevamos 3 jornadas y ya está en la segunda posición de la tabla de goleadores. Es un jugador a tener en cuenta en el futuro levantinista y por ello vamos a contar su historia. «¡Al turrón!» que decían en Humor Amarillo.
Como cualquier niño, Andrei empezó a jugar al fútbol con sus amigos, sin tener ni idea de lo que le iba a deparar el futuro. Con apenas dos años, un entrenador se acercó al pequeño Andrei, que estaba jugando con su pelota en la playa. El míster se quedó un rato observando cómo le pegaba patadas a la redonda mientras que el chico rumano disfrutaba de lo lindo. El entrenador, cuyo nombre se desconoce, recomendó a los padres de la criatura que lo llevasen a un club para que siguiese creciendo y aprendiendo.
Eso les dio que pensar a los progenitores de Andrei que comenzaron a darle vueltas a la cabeza hasta que, dos años más tarde, el padre llevó a la academia Sport Team Academy en Bucarest. Con 4 años, Andrei vivía su primera experiencia en una escuela del balompié, y lo curioso es que siempre jugó promocionado (con chicos un año mayor que él). Fueron 6 años de aprendizaje, disfrute y crecimiento. Es lo ideal a esas edades tan tempranas. Por el camino, mientras se entretenía, ganó varios trofeos a máximo goleador y trofeos con su equipo.
Hasta que en verano de 2018, el Levante UD llamó a su puerta ofreciéndole dar el salto a una gran cantera del fútbol español. Participó en varios campus y la Fundación Marcet le ofreció una beca en Barcelona para jugar y estudiar. Los padres decidieron que siguiera en la residencia de la Ciudad Deportiva. Llegó siendo alevín de segundo año y poco a poco fue subiendo escalones en la cantera granota. Hasta llegar a la 22/23 donde se destapó con el Cadete B: 13 titularidades en Preferente y 13 ‘zarpazos’ (su mejor registro hasta la fecha) en 26 encuentros disputados. Con más de 1000 minutos en las piernas, Andrei cuajó un gran año antes de enfrentarse a un ‘Toro de Líria’ en Liga Autonómica.
Llegó el verano de 2023 y ‘explotó’. La rompió, que dice la juventud de ahora. Andrei antó la friolera de 20 goles en 32 partidos con el Cadete A siendo el 4º máximo goleador del grupo valenciano. Con 25 titularidades, el europeo fue de menos a más acabando con casi 2000′. Su olfato goleador y capacidad para hacer jugar a los compañeros ha cautivado a un Levante ‘acaramelado’ con él.
En el póker, una escalera de color
No solo brilla sobre el verde, sino que en el ámbito académico, es un chico muy responsable: estudia en el Cambridge House Community College. Lleva una vida muy tranquila y los que le conocen al dedillo sabe que está poniendo toda la carne en el asador para cumplir su sueño. Sin desviarse, Andrei tiene una hoja de ruta muy clara que seguir, pero sabe que es un camino muy largo. Trabajador, implicado, atento y autocrítico.
Sabe que siempre hay algo que mejorar y por ello se deja todo en cada entrenamiento. Escucha y presta atención a sus compañeros y técnicos para poder potenciar sus virtudes; algo fundamental. Y es que en las inferiores de la Selección Rumana ya es habitual (Sub15 y Sub16). A mí, Andrei me dejó ojiplático por todo lo que hacía en el campo.
Acaparó la mirada de todos por los movimientos que hacía sin balón, sobre todo. Descargaba de espalda, era la principal boya sobre la que descansaba el Levante en juego directo y además tiene duende con el balón en los pies. A pesar de medir casi 2 metros (1,90), tiene mucha soltura para correr al espacio y ganarse las habichuelas. De hecho, dejó solo en dos ocasiones a Jawo. Roates atraía a dos centrales del Valencia, que caían como las moscas en la miel, y el ‘7’ encaraba al portero ché.
Lo ganó todo por arriba, fue clave en el gol granota y además tuvo el 0-2 en sus botas después de una vaselina que se quedó a medio camino. Hizo un partido excelso. Tiene contrato con el Levante por varios años más y teniendo en cuenta que Espí ya ha irrumpido, Andrei podría ser el siguiente, aunque es todavía pronto. «Dios da sus peores batallas a sus mejores guerreros» y Andrei está ya portando el escudo y la lanza.