Muchas cosas se juntan ahora mismo al redactar estas líneas. La pena, la tristeza, el recuerdo, pero también el agradecimiento y la memoria por muchísimos buenos momentos. Ernesto Lázaro Arroyo, natural de Valencia, falleció el pasado 17 de junio de 2024 de manera repentina. Tenía 69 años, buena salud y mucha vida todavía por delante. Era amigo de la infancia de mi padre, que también nos dejó -demasiado joven- en 2006, hace casi veinte años. Ernesto era, dentro de su humildad y su perfil discreto, alguien muy importante. Este sábado quedó patente en el homenaje que recibió en el Campo de la Malvarrosa.
Supongo que lo suyo en momentos como este es tirar de recursos y ceñirme a lo periodístico, a lo netamente informativo: tras su muerte, la Asociación Cultural y Deportiva ARAS y los componentes del equipo de veteranos Café Bachata maquinaron un homenaje que se realizó, en forma de partido amistoso, este 6 de julio. El CF Malvarrosa colaboró de forma desinteresada cediendo su campo e instalaciones.
En la convocatoria se juntaron cerca de 30 jugadores del pasado y presente del equipo para disputar un encuentro amistoso que finalizó 3-3 al final de los noventa minutos, con arbitraje de los trencillas Paco Cabanes, Rafa Talens y Juan Gabriel Puerto. En la previa, la mujer de Ernesto –Eva Cano– recibió una placa conmemorativa de ARAS, un cuadro dedicado por todo el equipo y un ramo de flores. Posteriormente, se guardó un respetuoso minuto de silencio en su memoria antes de que el balón echase a rodar.
Y podría terminar aquí el artículo, porque a nivel factual está todo dicho. Pero esto no es una noticia, ni un reportaje. Esto pretende ser un homenaje a una figura emblemática durante muchos años en los Poblados Marítimos, en su barrio de Beteró y también en los barrios de Cabanyal-Canyamelar y Malvarrosa. Porque Ernesto estuvo toda su vida vinculado al barrio, al fútbol, a su familia y a su gente. Quien esto escribe, hijo de uno de sus amigos de la infancia, debe -por tanto- intentar estar a la altura.
Un férreo lateral derecho en l’Eliana
Ernesto Lázaro, conocido muchos años como entrenador -y jugador, hasta que sus rodillas se lo permitieron- de los equipos de veteranos del Restaurante Paco Polit y Café Bachata, se inició en el fútbol en su juventud y adolescencia en el equipo de l’Eliana. Lo recuerda Fernando José Todosantos ‘Nani’, futbolista del equipo y propietario de Café Bachata: «Como futbolista, Ernesto era un crack: un lateral derecho menudo e imposible de regatear. Carvajal, a su lado, un aprendiz. Le conocí por Paco Polit y por el bar en la Malvarrosa: él jugaba en l’Eliana y se incorporó al equipo que teníamos montado. Diría que le conocía desde 1980, hace casi 45 años… ¡Le conocí antes que a mi mujer!»
‘Nani’, Laure, Antonio ‘El Alemán’, Abelardo, ‘Chispa’, Paco… y Ernesto. El equipo UD Polit mutó con los años en Restaurante Polit-Taball en varias etapas, incluyendo un breve paso por Preferente, para asentarse a principios de los noventa en la liga de empresas ACUDE. De los años de juventud se acuerdan bien Abelardo Fernández y Pepe Estrela, amigos de la infancia y hasta sus últimos días.
«Hay muchas anécdotas de juventud: recuerdo que en su 600 nos metíamos ocho o diez personas, sin asientos traseros, todos ‘amontonaos’. Nos íbamos a las horchaterías de Alboraya y empezábamos a salir uno, otro, otro… La gente se quedaba asombrada. Y alguna vez acabamos con el coche de Ernesto en las acequias de la huerta», dicen entre risas sobre su amigo «al que llamábamos ‘el Monseñor Cardenal Richelieu’, porque era un tío muy ordenado, muy serio, pero también muy empático y buena gente».
Vicente Górriz es otro de esos futbolistas que, tras una primera etapa deportiva de mayor competitividad -«en categorías importantes, en Manises, Paiporta, Gimnástico…»-, encontró refugio en el fútbol de empresas y en el Polit junto a Ernesto como compañero y también entrenador. «Siempre me trató muy bien. El fútbol de veteranos es muy particular por eso, porque ya tenemos todos una edad, muchos hacen un esfuerzo importante por jugar y hacer los cambios en los equipos es duro para el entrenador. Ernesto sabía manejarlo, todos queríamos jugar siempre«, rememora el menudo atacante, que acaba de cumplir sesenta años y acudió al homenaje junto a su mujer, su hijo y su nieto.
Jugador pasional, entrenador (más) pasional
A finales de los noventa, el Polit ya era un equipo con futbolistas entrados en años. La evolución de jugar en liga de empresas a hacerlo fútbol de veteranos llegó como algo natural. «Yo le gestioné el cambio de liga ACUDE a liga de veteranos, hace más de treinta años», observa Pedro Félix, amigo y directivo de ARAS. «Siempre venía mucho por la sede para gestionar asuntos del equipo. Cuando falleció nos pusimos rápidamente en marcha para organizar este homenaje sin que pasase demasiado tiempo. Y la verdad, ha sido todo redondo: el minuto de silencio, le hemos dado una placa… Ha sido muy emotivo, me quedo sin palabras», expresaba emocionado.
Salva Tarín, amigo y compañero durante tres décadas, hacía su particular resumen: «El otro día un compañero hizo un comentario que lo clavó: Ernesto era un gruñón con un gran corazón. Ese era Ernesto. Tenías una bronca con él y, al rato, te daba un abrazo y no había pasado nada», confiesa. «¿Una anécdota? Cuando estaba en la banda nos gritaba siempre: «¡No la liéis! ¡No la liéis!» Luego entraba como jugador y a los diez minutos lo expulsaban… (risas) Era un tío con un corazón tremendo», agrega poco después.
Salva puede narrar otra de esas casualidades bonitas que tiene el fútbol: «Este grupo del equipo de veteranos lleva más de treinta años jugando juntos. De hecho, ha pasado tanto tiempo que he podido coincidir jugando con mi hijo Salva como centrales en la liga de veteranos, algo también muy bonito: nunca piensas que vas a tener esa posibilidad, es una pasada», afirma. Y ambos tuvieron a Ernesto como entrenador en la banda.
«Recuerdo un año en que quedamos campeones de Liga de veteranos, teníamos que salir a muerte a ganar y lo hicimos», apunta Górriz. «Me hubiese gustado que lo vieras: Ernesto llorando al ganar, muy emocionado. Fueron muchos años de dedicación, tenía un gran corazón. Se merecía este homenaje, era una grandísima persona».
Antonio Escrich, ‘Toni Bareta’ para todos su conocidos en Malvarrosa y Cabanyal, ejemplifica sus «más de cincuenta años de amistad» con Ernesto con una anécdota alucinante: «Siempre cuento la misma historia: Ernesto, mi amigo, me retiró del fútbol«, dice mientras se parte de risa. «Siempre discutíamos cuando le tocaba cambiar a sus amigos. Un día en un partido me metió y me cambió a los pocos minutos, pillé tal cabreo que me fui del campo y me vine andando a mi casa. Ahí decidí que me retiraba, y casi se lo tengo que agradecer porque una retirada a tiempo es una victoria… (risas). Estuve meses sin hablarle, pero luego retomamos la amistad. El homenaje me ha gustado un montón, ha sido muy emotivo», recalca.
Como entrenador, nuestro protagonista era partidario del orden y de la organización, algo que no siempre lograba y le generaba bastantes enfados con sus jugadores. «Era curioso: Ernesto era un trozo de pan y, a la vez, siempre estaba a gritos con los árbitros. Y muchos de sus enfados eran consigo mismo, de lo malos que éramos (risas). Porque la verdad es que éramos muy informales: recuerdo cuando teníamos partido en Las Fuentes en Benimaclet, quedábamos todo el equipo en el campo desde las doce para jugar al truc y comer, tomarnos unas cervezas y tal… y a las tres, a jugar. Ojo: fuimos tres años campeones de liga. Ernesto se ‘cagaba’ en todo. Qué buenos tiempos aquellos, ché», rememora el ‘Nani’. Por fortuna, no había antidoping -ni alcoholímetro- tras los partidos en aquella época…
Un homenaje merecido y emotivo
Con puntualidad inglesa, a las cinco de la tarde del sábado los dos equipos saltaron al césped de La Malvarrosa ante el aplauso de los familiares, amigos y compañeros que quisieron recordar a Ernesto. Los capitanes de ambos equipos, el trío arbitral y el directivo de ARAS acudieron a la banda a acompañar a Eva, la viuda del entrenador, al centro del campo, donde le obsequiaron con una placa en reconocimiento a su labor durante tantos años, un ramos de flores y un cuadro de homenaje al míster fallecido.
Luego, un minuto de silencio que sobrecogió a todos los presentes. Uno de verdad, sesenta segundos completos, no las chorradas irrespetuosas de quince segunditos que tienen lugar en Primera División. Los aplausos retumbaron en la Malvarrosa una vez finalizó.
«Empecé a jugar en el Polit con 17 años y ahora tengo 65. Ernesto era buena persona, muy amable, un grande igual que mi amigo Paco Polit, que también faltó hace años», comentaba Vicente Mateu, portero de uno de los equipos. «ARAS se ha volcado, todo nuestro equipo también, y también los amigos de toda la vida que han querido venir al homenaje. Verles a todos jugar de nuevo ha sido una alegría«, apunta por su parte Salva Tarín.
El amistoso de homenaje fue disputado, con empate a tres en el marcador a pesar de que las reglas -por un día- pasaron a un segundo plano… «Hemos sido una familia muchos años, aunque la edad no perdona y vamos perdiendo eslabones por desgracia. ¿El partido? Bien, gracias: como estoy tan mal físicamente, me he ‘colado’ y hemos jugado un rato con doce jugadores, con trece… Y el árbitro ni se ha enterado. Mañana nos dolerá todo, claro», dice uno de los futbolistas, que pide entre risas mantener oculta su identidad.
«Me han caído un par de lágrimas con el homenaje, queríamos tener este gesto con Eva, la mujer de Ernesto, que también era clave: era nuestra farmacéutica, la que le daba a Ernesto todos los ‘potingues’ para lesiones, dolores, pastillas… ¡Nos traía de todo!», suelta el ‘Nani’ entre carcajadas. «No habrá otro como Ernesto: las fichas, los pagos, los árbitros, la lotería… se preocupaba por todo. No le tenía miedo a nada», apostilla.
«Cuando hace veinte años Paco Polit nos avisó de que estaba malito, le dije que me haría cargo con Café Bachata de seguir patrocinando al equipo: «Tranquilo Paquito, que mientras esté Ernesto, puedes contar conmigo». Lo de Ernesto ha sido un golpe para todos, era un pilar fundamental, y ahora tenemos pendiente reunirnos para ver si hay continuidad al equipo o no. Yo voy a colaborar siempre con la publicidad y con lo que haga falta«, añade el ‘Nani’. Tras el fallecimiento del míster, el futuro del equipo está en el aire, pero hablando con unos y con otros notas que hay ganas de seguir para, de esta manera, tenerle siempre presente en la memoria.
El último testimonio tiene que ser, sí o sí, el de la persona que compartió su vida junto al homenajeado y que tiene en su hijo Nacho -amigo de quien escribe estas letras- su principal apoyo en estos días tan duros. «Quiero agradecer a todos el homenaje que le han hecho a mi marido», expresó Eva Cano mientras el partido amistoso disputaba sus últimos minutos. «Estaría muy orgulloso del cariño que le han dado, hubiera disfrutado mucho estando aquí. Imagino que alguno habrá echado de menos sus gritos desde la banda todo el rato, pero seguro que está muy orgulloso de todos ellos», finalizó.
Eva imagina correctamente: echaremos de menos sus gritos, sus abrazos, su bondad, sus «te vi en la tele el otro día, Paquito»… Sí. Echaremos de menos todo. Le echaremos de menos. Y no le olvidaremos nunca.