Con el pitido final llegaron las lágrimas. Y no precisamente por quedarse fuera de la Champions: la plantilla y ‘staff’ del Levante UD Femenino eran conscientes de la dificultad de ‘colarse’ como terceras, ya que a la victoria ante el Madrid CFF (3-0) debía añadirse un tropiezo del Atlético de Madrid que nunca llegó.
Las colchoneras se impusieron al Villarreal (1-0), descendiendo al ‘Submarino’ y sacando su billete para la previa de la Champions Femenina el año que viene. El Levante felicitó deportivamente a las atléticas a través de las RRSS. Puro ‘fair play’ que los aficionados del Atlético agradecieron en redes. No, no era ese el motivo de los llantos.
La realidad es que el partido ante el Madrid CFF cerraba una etapa importante en la historia del Levante Femenino. Todo va a cambiar a partir de este 15 de junio. Las dificultades serán mayores y la competitividad será menor. El motivo: la importante reducción en el presupuesto del Femenino de cara a la temporada 2024-2025. Un ‘tijeretazo’ anunciado por José Dánvila, máximo accionista del club, el pasado mes de diciembre:
«Tiene que tener una reducción. Hemos vivido unos tiempos maravillosos en el fútbol femenino pero, como todo el club, se tiene que reducir. Esto es una cosa que es imperativo. El femenino vamos a sostenerlo en la medida que podamos y con la estructura que podamos. Hoy la prioridad es la supervivencia del club, mantener el club y subir a primera división. Es el objetivo».
Es el final de una era para un Levante que se ha acostumbrado en las últimas temporadas a luchar por los puestos altos de la clasificación. Este año acabó cuarto, pero la temporada pasada llegó a ganarse jugar la previa de la Champions, en la que sufrió ante el Twente un robo descarado y vergonzoso para el fútbol europeo por su antideportividad. Y todo tras un verano de 2022 en el que hubo una reconstrucción importante, con media plantilla nueva, la marcha de Ángel Villacampa y la llegada del técnico José Luis Sánchez Vera.
La economía marcará el devenir del club. Y en el caso del Femenino, a pesar de haber sido seguramente la sección que más prestigio y títulos ha aportado a la entidad en los últimos 25 años, toca apretarse el cinturón a todos los niveles. Así lo ha fijado el plan Dánvila, pese a que el presupuesto el año pasado estaba en torno a los 1,5 millones de euros, cifra irrisoria si lo comparamos con el primer equipo masculino. Pero el descenso desde Primera en 2022 y el golpe sufrido con el no ascenso en 2023 tras aquel playoff contra el Alavés obligan a meter la tijera.
Para empezar, con la marcha del propio Sánchez Vera -ya confirmada- y de dos jugadoras emblema del equipo: Alba Redondo y María Méndez, ambas internacionales, finalizan contrato y ficharán por el Real Madrid Femenino este verano. No serán las únicas salidas dolorosas: prácticamente todas aquellas futbolistas con fichas altas, intereses de otros clubes o con cartel internacional son susceptibles de cambiar de aires.
De ahí las lágrimas de muchas de las futbolistas este sábado. Tras acabar la temporada, la plantilla al completo formó un ‘corro’ en el césped del campo principal de Buñol. Muchas futbolistas se calzaron las botas por última vez antes de cambiar de club este verano. Se abrazaron, hablaron y lloraron juntas. Algunas no volverán a compartir vestuario. También el ‘staff’ aprovechó para agradecerles el esfuerzo en una temporada dura y para poner punto y final de dos años de Sánchez Vera y colaboradores en el club granota.
Mañana arrancará la enésima reconstrucción en el Levante Femenino. Pero, por las sensaciones de muchos de los implicados en el día a día de la entidad, esta será mucho más dura que las anteriores.