La diferencia que marca un año y un par de inyecciones

Como cada año, ESPORTBASE se toma unos días en Navidad para reflexionar sobre cómo ha cambiado el fútbol y deporte base en los últimos doce meses y hacer balance de un 2021 que deja apuntes positivos y otros no tan buenos. Por una parte, el mundo sigue adelante en su intento por superar una pandemia sin precedentes en los últimos siglos; por el otro, todavía no podemos bajar la guardia ni considerar que hayamos dejado la covid-19 atrás.

No hace falta echar la vista demasiado atrás para recordar que 2020 fue un año horrible. 2020 apestó, no nos vamos a engañar. No sólo por los devastadores efectos de la pandemia, por su impacto en las familias y por la gente que perdimos (todos hemos perdido a alguien), sino porque desde el principio fue un proceso que todos sabíamos que costaría voltear. En términos futbolísticos, fue el equivalente a saltar al césped y encajar varios goles en los primeros minutos. La remontada, inevitable, iba siempre a costar más de lo previsto.

En este sentido, la intervención de la vacuna en este 2021 ha sido el equivalente a dar entrada el campo a la estrella del equipo, o a que el míster tenga un golpe de brillantez a nivel táctico y haya revolucionado la contienda.

Somos más precavidos, más conscientes y estamos más concienciados. Gracias a un par de inyecciones, y a la cautela generalizada entre la población, este año hemos podido ver en primera persona a nuestros hijos e hijas jugar al fútbol en los recintos deportivos, abiertos o cerrados; hemos podido celebrar torneos, carreras, competiciones y eventos; y también, claro, hemos podido festejar con ellos sus victorias y animarles en sus derrotas. El deporte no ha frenado, sólo ha tomado impulso. Y eso hay que agradecérselo a la vacuna, a los investigadores que la han creado y a los sanitarios que la han distribuido, dosis tras dosis, entre la población.

La conclusión que podemos sacar es que el deporte siempre encuentra una vía para imponerse, porque el deporte ha sido, es y será salud. Es válvula de escape ante el estrés, fuente de energía ante el cansancio, alternativa de ocio saludable ante el sedentarismo. Y ninguna pandemia va a frenarlo.

Esto no va de alegatos favorables o contrarios a la vacunación, sino de exponer una realidad: la vacuna evita contagios, mejora la salud pública y nos permite mantener un ritmo de vida normal junto a nuestras familias y amigos. Y el arranque de la vacunación entre los menores es el siguiente paso para que 2022 sea definitivamente el año de la consolidación y del regreso a nuestra vida pre-pandemia.

Antes, la naturaleza nos ha puesto en el camino un último obstáculo llamado ‘variante Ómicron’, más contagiosa pero menos agresiva y letal con los afectados. El equivalente a un último ataque a la desesperada con el marcador al fin empatado. Por eso debemos tener la cabeza fría, ser responsables estas fiestas, y culminar nuestra remontada en las semanas venideras.

El partido es nuestro. Un triunfo de padres, madres, niños, niñas y familias enteras. Sólo quedan (figurativamente) un par de minutos para disfrutar de la victoria más importante de todas: el regreso a nuestra vida normal. Felices fiestas a todos los lectores y ojalá 2022 nos traiga más salud, más deporte, más partidos y más momentos de felicidad sobre un terreno de juego.

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