Está demostrado que el deporte a nivel competitivo durante la adolescencia mejora el rendimiento académico del alumnado según se ha podido comprobar en diversas investigaciones como la realizada por Ana Capdevila en la Universitat Jaume I de Castellón sobre: “El rendimiento académico de adolescentes de 2º ciclo de ESO: Diferencias entre deportistas y no-deportistas”. Otra de las conclusiones que se desprende del estudio es que los y las deportistas desarrollan hábitos positivos para organizarse y planificarse para estudiar después del colegio, pues el deporte federado les obliga a ser eficientes con el escaso tiempo de que disponen para hacer los deberes y ello les hace ser más responsables.
Estos resultados también se reflejan en un estudio realizado por Francesc Llorens y publicado por la Universidad Internacional de Valencia (VIU), el cual establece una relación directa entre el ejercicio físico diario y el rendimiento académico de los adolescentes; estos jóvenes deportistas tienen una mayor capacidad de atención, memoria, aprendizaje y salud. Según Llorens: “Hemos observado en muchos estudios que esa actividad física también repercute positivamente en la salud mental, practicar deporte en intensidades aeróbicas moderadas reduce el estrés, la ansiedad y propicia unos estados de ánimo mejores”.
Ya lo decía el poeta romano (S.II) Décimo Junio Juvenal:
“Mens sana in corpore sano”
Como podemos ver hay una relación directa entre el deporte y la mejora del rendimiento académico; la cuestión que nos planteamos en este artículo es cómo podemos mejorar el rendimiento deportivo.
El filósofo español José Ortega y Gasset decía: “Yo soy yo y mis circunstancias”. Como profesor y tutor de secundaria durante más de 20 años he podido comprobar que el bajo rendimiento académico, el abandono y fracaso escolar de mis alumnos no es porque no valgan para estudiar. Se da, en la mayoría de los casos, debido a que el entorno familiar y las amistades de las que se rodea no es el más adecuado para estudiar y vivir.
En los colegios a principio de curso hacemos una evaluación inicial para comprobar la situación del alumnado, con el objetivo de analizar el punto de partida de cada uno de ellos, su situación personal y familiar, objetivos, intereses, miedos, necesidad de recursos educativos en casa (hay alumnos/as que todavía no tienen internet ni ordenador para poder estudiar en su casa, o tienen un ordenador para 4 hermanos, o también padres que no pueden ayudarles mucho porque no tienen estudios o bien porque llegan tarde de trabajar y no pueden atenderles, etc.). En cualquier caso, la acción tutorial es clave para evitar ese bajo rendimiento académico o fracaso escolar, por no hablar de temas muchos más serios que vivimos en el colegio y no es el momento de tratar en este artículo.
El profesor/tutor no es solo el docente que se encarga de impartir conocimientos a un grupo de alumnos, sino, que se ocupa además de orientar, guiar y atender sus necesidades educativas y personales durante el curso académico con el objetivo de ayudarles a alcanzar los objetivos educativos acordes a sus posibilidades. El tutor es el eslabón que une el trabajo en el colegio con el de las familias.
Para conseguir el buen rendimiento académico la labor tutorial trabaja en tres ámbitos: la familia, el alumnado y con el resto del profesorado.
Si queremos mejorar el rendimiento deportivo en el fútbol y el deporte en general, hemos de entender que necesitamos trabajar con nuestros adolescentes en esas tres líneas.
Las escuelas de futbol base (principalmente hasta los 16 años) deberían tener un plan de acción tutorial. Según he podido comprobar se centran mucho en la parte del entrenamiento físico de los/las jóvenes adolescentes y no se dan cuenta que la parte emocional repercute directamente en la mejora del rendimiento deportivo (Mens sana in corpore sano).
El verdadero coach es un tutor que conoce el contexto de sus deportistas, sus intereses y motivaciones, actitudes y aptitudes, ayudándoles en el proceso de aprendizaje del deporte del fútbol o cualquier otra disciplina deportiva. El coach es alguien que facilita el aprendizaje de este deporte, quien ayuda al/la joven deportista a abrir su campo de visión en el juego, a ver cómo aprovechar los puntos fuertes y corregir las debilidades para extraer todo el potencial que está dentro de uno/a.
Por lo tanto, necesitamos diseñar en las escuelas de futbol base un plan de acción tutorial y formar a los entrenadores como verdadero coach-tutores. Recordemos que en muchas ocasiones se juega con el futuro personal, deportivo y con la salud del joven deportista, de ahí la importancia de la labor tutorial.
No debemos olvidar que educar viene del latín educare que significa «guiar o conducir» en el conocimiento y que también está relacionado con la palabra griega » pedagogo», compuesta por: paidós (niño) y agogós (que conduce, orienta), por lo que la clave para mejorar el rendimiento deportivo en estas etapas es hacer más pedagogía.
Si partimos de la idea de que el deporte en estas etapas tiene una finalidad educativa, uno de los objetivos básicos de disponer un plan de acción tutorial es ayudar en el desarrollo integral del deportista desde una perspectiva física, personal y social, que requiere el trabajo en equipo de entrenadores/as, coordinadores/as, familias, etc. Esta labor tutorial debe facilitar al/la joven deportista el conocimiento de sí mismo/a y sus potencialidades durante el transito de unas categorías a otras(de querubines a juveniles), socializar a los jóvenes, desarrollar un espíritu crítico respecto a su comportamiento, autodisciplina, etc.
En palabras del experto en pedagogía y educador Juan Simarro: “La figura del entrenador, entre sus funciones conlleva elementos cruciales para el desarrollo integral del joven deportista como son: la gestión emocional, el autocontrol, la resiliencia, la sociabilidad, el autoconocimiento, el liderazgo, el sacrificio, el tesón, la capacidad de compartir, la generosidad, la autoestima o el trabajo en equipo”.
Todos estos elementos nos llevan a considerar el rol del entrenador como algo mucho más amplio que el mero conductor en los aspectos técnicos y tácticos de una disciplina deportiva. El profesor Simarro nos subraya que sobre el/la entrenador/a recae el acompañamiento y asesoramiento continuo para procurar equilibrio entre sus jóvenes deportistas, para que se sientan atendidos, apreciados, seguros y resilientes respecto de su práctica deportiva, la autodisciplina y disciplina de grupo, la autoridad en la toma de decisiones y el mantenimiento constante de la ilusión sin sentir la frustración propia de quien quiere pero no le dan la participación que deseara y sea adecuada a sus características, de la aceptación de una lesión a medio o largo plazo, de la gestión del éxito, en su caso.
Cuando el joven se afianza, adquiere confianza y disfruta en su actividad deportiva, gana en todos sus aspectos puesto que su autoestima se convierte en el motor de su propia trayectoria vital. Sin duda que el desarrollo deportivo repercute de manera importante en las capacidades personales anteriormente descritas y, sin duda alguna, en la trayectoria académica y deportiva.
Querer ganar por encima de querer formar en esas etapas está condicionando (sobre todo por la presión del futbol profesional) el modelo educativo de las escuelas de futbol base donde lo que impera, parece ser, son los puntos en la clasificación dejando a un lado lo que hemos comentado de formación integral del/la joven deportista.
En este artículo hemos resaltado la importancia de la acción tutorial no solo para mejorar el rendimiento deportivo en el futbol base (hasta 16 años), sino del desarrollo integral del adolescente deportista, a través de la intervención de la escuela de futbol en tres ámbitos: joven-familia-entrenadores/coordinadores, pero sería conveniente tratar en otro momento la evaluación de la eficacia pedagógica de los/as entrenadores/as en el proceso de enseñanza aprendizaje de la actividad deportiva ya que las tareas durante el entrenamiento no presentan mucha solidez didáctica, al centrarse en la mayoría de las veces en instrucciones ambiguas y con falta de contextualización, donde la información dada durante el entrenamiento carece de asociación a los resultados de aprendizaje y criterios de realización, sin tener en cuenta la falta de un plan de atención a la diversidad de niños/as: no todos/as aprenden al mismo ritmo ni tienen las mismas capacidades, necesitamos potenciar la conversación entre coach-deportistas-familias.
En fin, podemos concluir que la labor de las escuelas de futbol base es muy importante y compleja en estas edades y por ello requiere de una atención especial en su labor educativa/deportiva.
Ernest Castelló
Doctor en Ciencias de la Educación
Profesor de Secundaria