Imagínense ese conductor de un vehículo particular que se encuentra metido en un atasco, parado, y tiene mucha prisa. En ese momento puede hacer dos cosas: esperar a que el atasco se recupere e ir poco a poco, o bien empezar a callejear, buscando entrar por este lado o el otro con el fin de llegar antes. ¿Cuál es la mejor opción?
Hoy en día, todos tenemos seguramente ese navegador que nos soluciona este problema, y nos dice qué es lo mejor que tenemos que hacer. Lo mejor, sin duda, es elegir la mejor opción valorando todas las posibilidades.
En el caso del personaje del atasco, quizá sea lo suficientemente inteligente para valorar si es mejor quedarse esperando, o bien buscar otras opciones. O bien “necesita sentir” o “tener esa sensación” de que está haciendo algo y no se queda quieto. Si su elección es incorrecta (llega más tarde) pero tiene la sensación de que “ha hecho algo” callejeando y gastando gasolina en balde, quizás se sienta mucho mejor que si ha estado parado esperando a que avance el atasco, cuando ha hecho lo peor que podía hacer.
En deporte de base ocurre muchas veces igual. A veces, hay entrenadores, o padres y madres, o dirigentes, que “tienen la sensación de tener que estar haciendo algo”, en lugar de estar pendientes de elegir la mejor opción para los jóvenes deportistas que están a su cargo.
No por hacer más lo hacemos mejor; lo hacemos mejor si le damos esa calidad necesaria en aquello que hacemos. Es decir, si somos capaces de plantear esos objetivos a cada deportista que se ajusten a sus necesidades, si utilizamos esos mensajes que de verdad se ajustan a cada persona, si somos capaces de observar lo que está pasando de verdad para detectar las verdaderas necesidades y actuar en función de lo que ocurre, si dejamos que deportistas de todas las edades elijan en función de sus posibilidades, si planteamos ejercicios ajustados a cada uno… es decir, si actuamos en función de la demanda real de las personas que tenemos en frente lo haremos mucho mejor que si lo hacemos “de cara a la galería”, como ese conductor que quiere tener la sensación de que está haciendo algo, en lugar de elegir la mejor opción en función al mejor criterio.
Es cuestión de saber, de competencias de entrenadores, padres y madres, dirigentes… incluso árbitros. Y sobre todo de querer.
Deberíamos valorar mucho más a ese conductor que observa para elegir la mejor opción posible, y no tanto al otro que quiere demostrar que está haciendo algo.
Es mucho mejor la calidad, que la cantidad; y en todo caso ofrecer cantidad de trabajo pero siempre en función de la calidad de lo que hacemos.
Y este mensaje es bueno para cada ámbito de la vida, si queremos hacer las cosas bien; pero es especialmente relevante en el deporte de base, donde lo que hagamos con estos jóvenes deportistas, influirá en ocasiones mucho no sólo para el deporte, sino también para su crecimiento personal.
Es por ello que madres, padres, entrenadores, dirigentes, árbitros, otros técnicos, coordinadores, psicólogos del deporte… todos los implicados en el deporte de base debemos saber hacer bien nuestro trabajo poniendo el foco en la calidad, en los deportistas, para que la experiencia deportiva sea muy gratificante y enriquecedora para todos. Sin prisas, pero sin pausas. Tiempo al tiempo sí, pero bien aprovechado.
David Peris Delcampo
@dperisd
Psicólogo Experto en Psicología del Deporte
Entrenador Nacional de Fútbol y también de Fútbol Sala
Profesor de la Universitat de València
Presidente de la Associació de Psicologia de l’Esport de la Comunitat Valenciana (APECVA)
Vicepresidente de la Federación Española de Psicología del Deporte