Ayer me decía un padre de un joven futbolista de fútbol 8 que había sentido una extraña sensación de bienestar cuando, después de mucho tiempo, había podido entrar en el campo para asistir a un partido de su hijo. Se había sentido raro, ilusionado, feliz.
Me decía también que en el campo anexo al que jugaba su hijo, el portero de un equipo prebenjamín, en un momento dado se giraba hacia la grada donde estaba su padre y le decía: “¿Has visto qué parada he hecho, papá?”. También se le veía contento, ilusionado, feliz.
Y es que el deporte de base tiene estas cosas: es una gran oportunidad para que padres e hijos compartan momentos emocionantes a través de una actividad de ocio sana y beneficiosa (si se desarrolla adecuadamente, claro). Y todo eso que, en otro momento hubiera sido de lo más normal, habitual, en tiempos de pandemia es como si hubiera desaparecido de la faz de la tierra. Y ahora ha vuelto.
La normativa vuelve a permitir las entradas a los campos por lo que, en la gran mayoría de ellos, la normalidad en relación al público habitual se recupera. Y vuelven los ánimos, gritos, las instrucciones de los entrenadores que ya no tienen la “libertad” de “hacer lo que quieran” porque ningún padre o madre les oye. Vuelven las experiencias con público en las gradas. Vuelve otra vez el deporte de base, casi como antes, después de todas las adaptaciones “sufridas” en los últimos meses.
Y debería volver con cordura, con padres y madres que hacen lo mejor para sus hijos, con entrenadores que van a servir a su club y a sus deportistas (en lugar de “servirse” buscando “subir peldaños” a costa de sus deportistas) y esos clubes que, “de verdad”, entrenan personas, respetando la esencia del juego.
Es decir, pase lo que pase, el deporte de calidad, que aboga por dar a cada deportista lo que es mejor para él o ella teniendo obviamente en cuenta el colectivo, a través de unos entrenadores, dirigentes, organizadores… que tienen en cuenta al niño, a la niña, a los y las jóvenes ofreciendo las mejores condiciones para ello, transmitiendo valores de los buenos.
Deporte de calidad, pase lo que pase, y sean cuales sean las condiciones. Esa es la clave. Ahí es donde, de verdad, deberíamos “meter” el foco en el deporte de base.
Es trabajo de todos y de todas. Como debería ser siempre: mantengamos el foco en lo realmente importante.
David PerisDelcampo
@dperisd
Psicólogo Experto en Psicología del Deporte
Entrenador Nacional de Fútbol y también de Fútbol Sala
Profesor de la Universitat de València
Presidente de la Associació de Psicologia de l’Esport de la Comunitat Valenciana (APECVA)
Vicepresidente de la Federación Española de Psicología del Deporte