De nuevo, situaciones para reflexionar -mucho- aparejadas a la celebración de grandes partidos en la élite del fútbol español. En este caso, una corriente de opinión, por no decir directamente de burla, hacia un Athletic Club que cayó claramente este sábado en la final de la Copa del Rey por 4-0 ante el FC Barcelona.
Por darle contexto al asunto, el Athletic Club esta temporada ha disputado una final de Copa pendiente de 2020, ha llegado merecidamente a la final de Copa de 2021, transita plácidamente por la zona media de la tabla clasificatoria en LaLiga y ha ganado una Supercopa de España, concretamente el pasado mes de enero.
Es en este último logro en el que se originan buena parte de las críticas que arrecian contra el cuadro bilbaino, que tuvo la osadía de tumbar en su camino hacia el título primero a Real Madrid (2-1) y posteriormente a FC Barcelona en la gran final (3-2). Tras el pitido final, las celebraciones se sucedieron, como es lógico y normal. La plantilla del Athletic festejó. Y Asier Villalibre, sí, sacó la trompeta y se arrancó con unas notas junto a sus compañeros. Conquistar un título después de tantos años bien lo merecía.
Parece que hubo personas a las que no les sentó demasiado bien que el Athletic celebrase a su manera, sin faltar el respeto ni menospreciar a nadie, la conquista de un título. Cargaron consecuentemente la escopeta. Esperaron. Y cuando el Athletic no ha tenido la fortuna de conquistar ninguna de las dos finales de Copa disputadas en abril, han disparado sin piedad a jugador (Villalibre) y equipo.
Algo que no deja de ser sorprendente en el caso de un Athletic que, si algo ha demostrado en ambas finales, es un nivel de ‘fair-play’ fuera de lo común. Tras caer ante la Real, el capitán del Athletic (Iker Muniain) se quedó en el césped para felicitar al rival y durante toda la ceremonia de entrega del trofeo no se movió del campo, honrando así respetuosamente al campeón. Tras la derrota anoche ante el Barcelona, esa actitud fue compartida prácticamente por todo su equipo, que aplaudió la entrega del trofeo al campeón. Villalibre, como puede verse en la imagen que abre estas líneas, el primero.
Da la sensación de que una parte importante de la sociedad (con fuerte presencia en redes sociales) tiene una alta tolerancia a actitudes claramente antideportivas, como celebraciones de títulos en las que el rival desaparece del terreno de juego, y sin embargo castiga sin piedad las manifestaciones espontáneas de euforia cuando el protagonista es un jugador o un club que no están enmarcados dentro de la Santísima Trinidad del fútbol español. Como si el Athletic estuviese acostumbrado a conquistar títulos cada temporada. Como si Villalibre quisiese ofender con su celebración trompetera, cuando lo único que pretendía seguramente era hacer piña con los compañeros y vivir un momento único.
Muchos clubes firmarían con sangre la temporada que ha hecho el Athletic Club. También muchos aficionados. Para ganar títulos hay que estar primero en las finales. Dejando lo futbolístico a un lado, las críticas a «la trompeta», «la trompetita» y demás descalificaciones, por fortuna, retratan mucho más a quien las realiza que a quien las sufre. Es lo que le faltaba a los chavales en formación de cualquier edad: que, a partir de ahora, tengan que obrar con cuidado cuando ganen un torneo para que nadie les critique su celebración. Acabáramos.