Colombia: pierden por 0-3 federativo tras aguantar 78 minutos con siete futbolistas contra once

Una de esas historias fruto del fútbol moderno, la covid-19 y todas las contingencias que llevan aparejados sucedió este domingo en tierras colombianas. En la penúltima jornada del Torneo Apertura de la Primera Colombiana, uno de los equipos en liza se presentó con apenas siete futbolistas a disputar su partido ante un rival con toda su plantilla a su disposición. Y estuvo muy cerca de completar los noventa minutos luchando contra todo y contra todos.

El Rionegro Águilas había sufrido en las horas previas un golpe devastador para su plantilla: de los 29 efectivos disponibles para el entrenador, siete de ellos eran baja por lesión y otros 15 estaban ausentes por un caso masivo de covid-19 entre los futbolistas. Las Águilas Doradas habían pedido el aplazamiento de su partido ante Boyacá Chico desde el pasado jueves, pero la petición les fue denegada.

Así las cosas, sólo quedaba hacer encaje de bolillos para poner en liza la alineación más ‘presentable’ dentro de sus posibilidades: el técnico Rafael Martínez -ayudante de Fernando Stifano, entrenador jefe y que también estaba ausente por contagio- optó por un 1-3-2-1 más propio del fútbol-7 que de un partido profesional de fútbol-11. Además, uno de los jugadores estaba en edad juvenil y otro, de demarcación natural portero, tuvo que quitarse los guantes y ejercer como defensa central, flanqueado por otros dos centrocampistas también reconvertidos a defensas.

Los siete futbolistas saltaron al césped con un rostro visiblemente molesto y portando dos pancartas que rezaban los lemas «Juego Limpio» y «Primero la Vida». Desde el Rionegro Águilas denunciaron la lamentable situación y la disputa del choque a pesar de las circunstancias: «Aceptamos la decisión de Dimayor (División Mayor de Fútbol Colombiano) de jugar este partido, pero queda claro que aquí lo que prima es cualquier otra cosa que la integridad y la salud de nosotros como jugadores», cargó el guardameta Carlos Bejarano.

¿Y el partido? Sorprendentemente igualado, al menos durante la primera mitad. Con cuatro jugadores menos que el rival, las Águilas Doradas defendieron con uñas y dientes y aguantaron las acometidas del Boyacá hasta el descanso, obteniendo un increíble 0-0 tras los primeros 45 minutos de juego gracias -entre otras- a una estelar actuación de Bejarano, que lo paró absolutamente todo. Un partido que generó una expectación mediática mundial a través de las redes sociales.

Tras el descanso, el desgaste físico hizo mella en los locales y en el minuto 57 Chicó abrió el marcador para los visitantes. A los pocos minutos cayó el 0-2, y de nuevo Chicó anotó el tercero desde los once metros. En ese momento el partido hubo de detenerse: el centrocampista local Giovanny Martínez sufrió una lesión y, ante la imposibilidad de continuar sobre el césped, el árbitro dio por finalizado el choque en el minuto 78 al contar el cuadro local con menos de los siete futbolistas requeridos de manera reglamentaria sobre el césped, dando el partido por perdido a las Águilas Doradas por 0-3.

Exhaustos pero con la dignidad intacta, los jugadores del Rionegro Águilas fueron felicitados de manera unánime por el mundo del fútbol en los minutos posteriores al partido, con críticas duras hacia los estamentos colombianos por permitir la disputa del choque y elogios a la entrega demostrada ante las peores circunstancias.

Todo un ejemplo para jugadores y futbolistas en crecimiento, que se reproduce con asiduidad en categorías formativas -cuando un equipo no puede completar su alineación- y que es compensado en ocasiones por el conjunto rival renunciando a uno o dos de sus futbolistas para equiparar fuerzas sobre el césped. En esta ocasión eso no ocurrió, pero la gloria para los siete valientes Águilas Doradas ya no se la quita nadie. Una frase en redes lo resumió a la perfección: «Perdieron el partido, pero se ganaron el respeto de toda Colombia».

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Fundador y director de ESPORTBASE Media desde 2015. Periodista, educador y deportista. Tras una década con los 'mayores', descubrí lo satisfactorio que es inculcar valores deportivos y personales a los niños. Mi padre fue mi héroe.

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