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Apuntes desde la psicología deportiva sobre lo ocurrido con Mouctar Diakhaby

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Aquí no sirven las disculpas, ni el corporativismo, ni quitarse del medio, ni aludir a unos sentidos negando los otros, la permisividad y la justificación interesada no ayudan. No vale decir “yo no lo oí”, ¿pero lo viste? Hay que acabar con el insulto, el desprecio y el racismo.

Es el momento de desterrar creencias como “son lances del juego”, “lo que pasa en el campo se queda dentro”, etc. En el deporte (fútbol) no se puede dar ventajas a los violentos, ni a los provocadores, no podemos jalear la dureza. Infundir miedo, atemorizar o amedrentar son practicas del mismo calibre que el menosprecio, y esto supone un atajo hacia la xenofobia. ¿Qué hubiera sucedido con gente en la grada?

¿Qué pudo haber cambiado algo las cosas?

Primero el comportamiento del jugador del Cádiz, después las palabras de su entrenador y por último las declaraciones de su Club. Es inadmisible que no pidiera disculpas y tratara de consolar (aliviar el sufrimiento) al jugador del Valencia, aún en el caso de que pudieran ponerse en duda sus palabras, sólo por el efecto causado (que todos vimos), el jugador del Valencia mereció un mejor trato de su parte, una vez producidos los hechos.

No se puede causar dolor y no sentirse parte de lo sucedido. Aun estaría a tiempo de solucionar el problema si abandonase el mantenimiento de la negación y recuperara cierta responsabilidad y protagonismo en lo acontecido. Me gustaría que recapacitara para dar una lección de valentía y honestidad, el fútbol base merece mejores modelos.

El entrenador tiene la disculpa de haber tenido que responder pronto y sin conocimiento pleno, pero es inadmisible que recalque que su futbolista “me dice que en ningún momento ha insultado, y creo a mi jugador”. Hubiera sido mejor decir “no puedo pronunciarme sobre lo que ha pasado, pero hablaré con mi jugador en otro momento para esclarecer esta situación que perjudica gravemente a la entidad”.

El juego sucio no tiene colores, ni estar en la misma entidad nos hace a todos hermanos e iguales. No se trata de castigar, vilipendiar o ejecutar a alguien, todos podemos equivocaros gravemente en algún momento, pero el entrenador hubiera actuado mejor, encauzando hacia una superación pacífica, en lugar de hacer un frente común y mantener la hoguera. La reacción y el abatimiento de Diakhaby no fue producto de un libreto teatral y eso requería de cierta sensibilidad y empatía que generalmente niegan los colores y las posiciones corporativistas que nos hacen ver, que estar en el mismo equipo es pertenecer a la misma familia.

El club se equivoca al desconocer que lo importantes no es lo que dices sino lo que haces. Mantener un “NO AL RACISMO” como si el hecho hubiese ocurrido en otro partido que no hubiera tenido que ver con ellos, es de nuevo inadmisible. Hubieran quedado mejor si desde el Cádiz hubieran manifestado “que sienten lo sucedido, que investigarán lo acontecido y que nunca permitirán manifestaciones racistas”.

Pero, otra vez más, sale la obligación de proteger a los suyos, como si una mancha pudiera cambiar el aspecto de todo el tejido, sin tener en cuenta que la aceptación no significa que apruebes lo ocurrido, pero la negación si te hace responsable en cierta medida.

¿Y que le decimos al Valencia CF?

El rol de victima genera mucha compasión, y esto a veces te lleva a la inactividad, a cierta pasividad, a dejar en manos de otros el protagonismo que te corresponde. Por tanto, habría que hacer algo, no es todavía el momento de pasar página.

Por ejemplo, debe aprovechar lo vivido para posicionarse y aleccionar a su cantera, y si eso además supone revisar las funciones arbitrales que encabecen el proyecto y promuevan una comisión antirracismo.

Los colores son respetables cuando representan valores respetables, y ahora es el momento de que afloren. No se pide castigar al adversario, porque hay que trabajar para el beneficio de todos. No se trata de señalar y marcar, cuando lo que se busca es prevenir y evitar situaciones como las vividas. No se debe ir “en contra de”, sino a favor. Tomemos nota, trascendamos el hecho y no busquemos enemigos en potenciales aliados.

Texto: Ximo García Lluch (Colegio Salgui)

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