El Valencia Femenino no fue capaz de sacar algo positivo en su visita al Atlético de Madrid. A pesar de que el conjunto che fue capaz de adelantarse en el electrónico, vio como la velocidad ofensiva del cuadro madrileño fue muy difícil de contener durante todo el encuentro.
Las valencianistas empezaron bien el partido. Resistían a las acometidas locales y transitaban de forma eficaz con rápidas contras conducidas la mayoría de las veces por Candela Andújar. La propia Candela sería la encargada de marcar un gol, marca de la casa, con un disparo desde la frontal imparable para la guardameta rival.
Por desgracia para el Valencia, poco duró la alegría y la ventaja en el marcador. Ludmila hizo valer una de sus mejores virtudes, la velocidad, para imponerse a la defensa che con una carrera por la banda derecha y batir a Noelia Gil con un potente disparo. Eso ponía las tablas en el marcador.
Pedía a gritos el descanso el Valencia. Principalmente las jugadoras del bloque defensivo, que tuvieron que realizar un esfuerzo titánico para poder frenar a la dupla ofensiva por Ajara y Ludmila. Pero ese descanso tardó en llegar para el equipo de José Bargues, que al filo del mismo vio como, otra vez Ludmila con una jugada calcada a la de su primer tanto, adelantaba a las suyas y llevaba a su equipo por delante al tiempo de asueto.
Ese gol, sumado al paso por vestuarios, deshizo por completo a un Valencia que en la primera mitad no se pareció en nada al equipo que se había podido ver durante la primera media hora de juego. Llegados a la hora de partido, el técnico valencianista cambió de sistema en busca de una chispa de verticalidad que le permitiera conseguir el empate.
Ese cambio de sistema, que implicaba jugar con tres centrales, podía dotar al Valencia de más peligro ofensivo o bien, hacer que las delanteras atléticas tuvieran mucho más espacio para correr y explotar sus principales facultades. Y pasó lo segundo. Ludmila y Ajara disfrutaban en las contras viendo como la defensa che se desarbolaba, también fruto del cansancio.
Eso provocó que se vieran muchas más aproximaciones a la meta defendida por Noelia Gil y por el contrario, muy pocas llegadas que pusieran en apuros a Lindahl. Ajara no tuvo su día y desperdició todas las claras ocasiones de las que disponía. En un mano a mano mandó el balón por la línea de fondo cuando tenía o bien una opción muy clara para anotar o, por otro lado, un pase muy claro que habría dejado a Ludmila sin oposición.
La propia Ajara fue sustituida por una Ojibade que a diferencia de su compañera si tuvo una gran actuación. Pocos minutos en el campo le bastaron para generar el primer gol en el que pudo participar. Lo cierto es que no fue ella quien introdujo el balón en la portería, pero su presencia valió para que María Jiménez anotara el gol en propia meta que sentenciaba el encuentro.
En los minutos finales, Ojibade encontraría la recompensa del gol. Lanzó una buena carrera desde el perfil derecho y con un potente disparo, batió a Noelia Gil. El cambio de Sánchez Vera hizo posible que el partido se decantara en cuestión de minutos a su favor.
A pesar de la buena voluntad de las valencianistas, las cosas no terminaban de salir. Ni Anita Marcos ni Alejandra Serrano tuvieron excesivas ocasiones para llevar el balón a la meta rival y el partido acabó con un doloroso 4-1 para un cuadro che que acusó el desgaste físico y emocional en la segunda mitad ante uno de los grandes equipos de la liga como es el Atlético de Madrid.