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Parece recochineo… aunque no lo sea

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Viernes de languidez y tristeza en el ámbito del deporte valenciano. Uno más. Pocos sectores están haciendo más sacrificios, tragando más saliva y pegando la ‘cabotà’ tanto como el deportivo de la Comunitat, uno de los principales damnificados en cualquiera de las olas de la pandemia que nuestro país viene sufriendo desde hace once meses. Quizá la hostelería, el ámbito de las festividades falleras, parte de las tiendas y establecimientos de venta al público y… poco más. El deporte está en el ‘top’ de áreas más perjudicadas por las restricciones sanitarias.

Lo está a pesar de que las cifras hablan de un ámbito relativamente seguro -nunca se puede hablar de un 100% de seguridad- de cara a los contagios, el deporte está tragando con todo. A pesar de la injusticia, a pesar de la dureza de las restricciones, a pesar de la ruina para muchos clubes, escuelas y equipos, a pesar de que muchas instalaciones deportivas, gimnasios y centros de preparación física echaron la persiana en su día y no volverán a abrirla.

A pesar de todo, el deporte cumple. Y se queda en casa. Y se limita su práctica, poniendo en jaque la salud física y mental de buena parte de la población, aumentando el sedentarismo, fomentando las prácticas poco saludables y generando unos hábitos nocivos -especialmente entre la población joven- que van a ser muy difíciles de modificar.

La situación seguirá hasta el 1 de marzo, como mínimo. Dos semanas más sin campos de fútbol, ni pistas de basket, ni tatamis, ni pistas de atletismo, ni canchas de voleibol. Con el asterisco de los deportistas profesionales, que han escapado a las restricciones, es el enésimo golpe que sufre -sufrimos, porque nosotros también somos defensores de que el deporte es salud– el ámbito deportivo de la Comunitat.

Es en esas circunstancias, con los esfuerzos de los organismos deportivos (Federació, asociaciones, colectivos de educadores físicos, empresas del ámbito deportivo, etc) ignorados por un Consell que pregona la prudencia como justificación para prorrogar las medidas hasta marzo, en las que lo ocurrido este viernes noche suena a cachondeo. A recochineo puro y duro, aunque sabemos a ciencia cierta que no lo es. Así lo interpretamos nosotros, y así lo interpretaron un buen número de ciudadanos anónimos que se frotaron los ojos al leer semejante anuncio.

Resulta que, en las semanas más difíciles para el deporte valenciano, el director general de Turismo de la Generalitat visitó a la delegación del CSKA de Moscú en Orihuela, donde están llevando a cabo su ‘stage’ de pretemporada con toda la normalidad del mundo. Y Herick Campos proclamó que trabajarían “conjuntamente con la Dirección General de Deportes para reforzar el turismo deportivo y atraer concentraciones de equipos europeos”. En la foto se puede ver, al fondo, al equipo ruso entrenando en campo con toda la tranquilidad del mundo..

Con todo el respeto y todo el cariño para el señor Campos: no era el momento para hablar de promoción y buena imagen en el extranjero. No mientras los de aquí tienen restringido el acceso a las instalaciones y no pueden practicar el deporte que tanto les gusta. Mensaje desafortunado, tanto por ‘timing’ (sobre todo por ‘timing’) como por fondo (¿en qué posición, delicada, deja a otras instituciones públicas como Fundaciones Deportivas o incluso a la Conselleria de Sanitat, que deben encargarse de hacer cumplir las restricciones?) en un día, como decíamos, aciago para clubes y escuelas de fútbol y deporte base de la Comunitat.

Salvador Gomar, presidente de la FFCV, se expresó en términos parecidos: “La Generalitat hace campaña para que vengan a entrenar equipos extranjeros el mismo día que nos prohíbe entrenar a los valencianos. Y esos equipos entrenarán en las mismas instalaciones que nos cierran a nosotros. Hay un refrán: “De fora vindran…”. Incoherente“.

Y es que esa es la clave: si las instalaciones son seguras para el CSKA, lo son para el Orihuela o cualquiera otro equipo de fútbol. Si los recintos son seguros para los de fuera, lo son para los de casa. Y si un ruso puede llevar a cabo la práctica deportiva con total normalidad, ¿por qué a un valenciano no le dan la posibilidad de hacerlo? Insistimos: sabemos que no lo es y que se trata de un desafortunado error de comunicación y de la empatía más básica… pero, cualquiera que no conozca la situación, podría pensar que esto es recochineo.

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