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Nadie ni nada nos prepara al 100% para una crisis del calibre del Covid-19 en España, Europa y el mundo. Puedes estar mejor o peor preparado, pero toda la prevención acaba por enfrentarse a la realidad del día a día a todos los niveles: sanitario, cívico y sí, también económico. La realidad golpea fuerte estos días y el fútbol base no es ajeno a los golpes.
Una de las principales polémicas en pleno confinamiento afecta a las cuotas que los familiares y futbolistas pagan mensualmente a la escuela o club de fútbol base al que pertenecen. Algunas son más económicas que otras, algunas se pagan en más o menos plazos que otras. Algunas ya se han pagado en su totalidad antes de que la crisis estallara. Pero en tiempos difíciles, y más teniendo en cuenta la gran cantidad de ERTEs y gente que se está quedando o se va a quedar sin trabajo próximamente, cualquier gasto no imprescindible que una familia pueda ahorrar es bienvenido. Y eso, nos guste o no, incluye al fútbol y deporte base.
Un gran número de escuelas han reaccionado como era de esperar: haciendo un esfuerzo económico y librando a las familias de pagar la cuota a partir del 1 de abril, dado que estaremos en pleno confinamiento en esos momentos y la escuela no puede acoger a niños y niñas para entrenar ni jugar. Otras muchas han ido un paso más allá, suspendiendo el pago desde mediados de marzo y prorrateando las cantidades del mes para poder ajustar al máximo el dispendio económico con las familias. Un gran detalle.
Son ambas iniciativas que desde ESPORTBASE queremos valorar en su justa medida y elogiar públicamente, porque –tal y como han recordado algunas escuelas– estos clubes renuncian a una fuente de ingresos (las cuotas) pero tienen que seguir pagando luz, agua, teléfono, instalaciones, personal, gestoría, etc.
En el lado contrario del espectro, hay escuelas que han decidido mantener la cuota de marzo y también pasar la de abril. De nuevo, la decisión es respetable porque no somos quién para decirle a una escuela de fútbol base cómo debe proceder. Pero sí que nos gustaría rescatar unas palabras del empresario Mark Cuban (dueño de los Dallas Mavericks de la NBA) ayer mismo, en las que recalca que la manera en que las empresas o colectivos traten a sus miembros definirá su ‘marca’ durante muchos años:
«No es solo una cuestión de seguridad, es una cuestión empresarial (…) La manera en que una compañía responda va a definir su marca durante décadas. (…) Si no cuidas a tus empleados o accionistas y los pones por delante de todo, serás recordado por ello.»
Si trasladamos la analogía al deporte de base y los ‘accionistas’ fuesen los padres, no tenemos duda de que el agradecimiento de aquellas familias a quienes hayan suspendido las cuotas por el Covid-19 será muy importante; su nexo de unión y vínculo afectivo con una escuela que perciben que les cuida, increíblemente grande; y que lo lógico es que tanto esa familia como sus futbolistas renueven su licencia en verano y permanezcan vinculados al club después de que la crisis pase.
En el lado contrario, si una escuela no cuida a esas familias que ahora están en apuros, dichos padres y madres ‘les tomarán la matrícula’ y el resultado a medio o largo plazo puede ser demoledor para dicho colectivo: el ejemplo más próximo podría llegar este mismo verano, cuando el Covid-19 haya al fin remitido y los gestores de esa escuela se pregunten por qué hay tantos niños que no renuevan su licencia y se marchan a otro sitio. Cualquier padre afectado y que haya pasado momentos de dificultad meses antes podría darles respuesta: «No nos disteis un respiro económico cuando más nos hacía falta; ahora os quedáis solos«.
Como decíamos, el fútbol base no es ajeno a los golpes. Pero hay que tener claro que esta crisis pasará. Y que nuestra forma de actuar en tiempos duros nos definirá durante mucho tiempo a ojos de los demás.