El deporte de los niños y niñas genera emociones. Las personas que están con los jóvenes deportistas pueden favorecer aquellas llamadas positivas, así como enseñar y ayudar a la gestión de aquellas llamadas negativas. Todos nos imaginamos disfrutando y felices cuando nuestros ‘peques’ participan en su deporte, aunque siempre no es así.
Está claro que los seres humamos reaccionamos a nuestro entorno y por supuesto los niños y niñas también lo hacen desde muy temprana edad. También parece claro que el deporte de base o infantil va a generar muchas emociones que se pueden aprovechar para la educación y el aprendizaje de nuestros peques a través del deporte.
Las emociones influyen en los niños y las niñas, cada vez que entrenan o compiten, hablan con los demás niños y niñas, con sus padres, entrenadores, árbitros…En fin, con todas las personas con las que se relacionan cuando van a la instalación deportiva.
En el deporte de base es importante que los niños y niñas se diviertan y que sientan que disfrutan practicando su deporte. Estaría muy bien que cada vez que nuestro deportista tanto si somos sus padres o madres, familiares o sus entrenadores, les preguntáramos: “¿Qué tal hoy, cómo te lo has pasado?” Y contestar a estos jóvenes deportistas compartiendo sus emociones y sentimientos… sean éstos los que sean. Es decir, alegría o enfado, ayudándoles a gestionar estos momentos y en ningún caso que el niño o la niña sea cuestionado en su actuación deportiva.
Claro está que los niños y niñas perciben su comportamiento y también el de los otros, y por supuesto opinan de él, ahí es donde hay que canalizar sus emociones ya que estas emociones van a servir para su desarrollo deportivo y su desarrollo personal también.
En ocasiones los niños y niñas saldrán muy contentos: fenomenal; aprovechemos para compartir la emoción de la alegría y fomentar una autoestima sana, es decir, una autoestima que no está basada en el ridículo o la crítica de contrincantes deportivos o de equipos. La alegría de hacer las cosas bien, de pasárselo bien conociendo gente y jugando a un deporte fomentada y reforzada, dará como resultado que nuestro niño o niña aprenda valores positivos como el respeto y sobre todo la sensación y la emoción de sentirse orgulloso y orgullosa de sí mismo o de sí misma, y quien sabe quizás tengamos un deportista con futuro y talento.
Algunas veces los niños y las niñas verbalizan sus emociones con un lenguaje de mayores porque simplemente lo escuchan de los que son “mayores de verdad”: entrenadores, directiva, hermanos o familiares, con expresiones un tanto agresivas “le voy a dar una paliza”, “los o las vamos a machacar”. Estás expresiones generan otras emociones como por ejemplo en el caso de no “ganar” la ira, los enfados, la agresividad o el desprecio al contrincante y rival. Las frustraciones darán lugar a que nuestro deportista termine su actividad menos contento o contenta, generando emociones que no van a favorecer expectativas positivas ni antes, ni durante o después de hacer deporte. Este aspecto influirá en abandono prematuro del deporte y quizás de un talento. O tal vez será educado como un deportista “poco deportista en cuanto a valores positivos” con emociones basadas en egoísmo, envidia, rencor… Estas emociones poco sirven para ser un deportista cualificado y con valores deportivos saludables.
Hablar de las emociones negativas con naturalidad ayudará a nuestros niños y niñas a gestionarlas. Por ejemplo la frustración de no ganar que un niño o niña puede verbalizar así: “mamá o papá es que yo quería ganar,…” “claro lo sé,…, vamos a entrenar y a aprender para otro día,…” y no criticar cómo hemos visto al deportista “no has jugado bien, no corrías…”.
Al hablar de emociones deportivas no quiero dejar pasar la ansiedad o nervios, ya que esta emoción está presente en el deporte, y aunque sean niños o niñas saben identificarla. Eso sí, es probable que con otro nombre:“me duele la barriga, no quiero ir a jugar, me mareo”,… La ansiedad aparece cuando sentimos miedo y los peques lo sienten también, esta sensación se ve cuando los deportistas tienen“miedo a perder, a no hacerlo bien, a que se burlen,…”
Por ello, hablar de emociones en deporte con nuestros hijos e hijas es necesario y con la expresión adecuada favorecernos cualidades personales que podrán utilizar en el deporte, como la empatía, la comprensión y el disfrute junto con la alegría, el respeto,… En resumen, tendrán más inteligencia emocional.
¿Hay alguien que no quiera que sus deportistas hijos o hijas sean más inteligente a la hora de entrenar, competir… y que, además, sean también más inteligentes emocionales en la vida y forme parte de su desarrollo personal?
Ana Sánchez Plazas
@Ana_Psicologa
Psicóloga de la Salud y del Deporte
Máster en Psicología del Deporte y Ejercicio
Acreditada Experta En Psicología Del Deporte
Miembro de la Associació de Psicologia de l’Esport de la Comunitat Valenciana (APECVA)
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