Me encanta ver a un/a deportista, sea del deporte que sea, que pelea con todos sus medios para vencer al oponente. Realmente busca ganar, pero no está enfocado en ganar. Lo que de verdad quiere, siente, indaga.. en cada momento, es hacer lo mejor posible, dentro de sus opciones ante un reto constante, para probarse y ver cuánto es capaz de hacer para enfrentarse a cada situación difícil pero realista que le pone a prueba.
Y disfruta, compite haciendo lo mejor que sabe hacer analizando cada situación. Y se cansa, se emociona, encuentra soluciones, mejora. Y después podrá ganar o perder, pero su competición deportiva es mucho más que un resultado (ver “¿Por qué seguimos potenciando un deporte de base resultadista?”), porque, realmente para él o ella, en ese momento presente no existe el resultado. Es competir, es practicar deporte en una competición equilibrada donde puede dar lo mejor de sí mismo para alcanzar un reto. ¿Les recuerda eso a lo que hacen deportistas como Rafa Nadal, por ejemplo? ¿O la Selección Española de Baloncesto? ¿o ese/a niño/a de tres años que juega con sus amigos en un juego donde se mide a otros?
Lo que ya no me gusta nada es ver jóvenes deportistas que están pendientes del resultado y sufren cuando las cosas no les salen; tienen miedo a perder y los adultos les castigan (con miradas, mensajes, gritos, “puros”…) cuando no ganan. Se olvidan de lo que pueden hacer y se centran en lo que consiguen (o no) en una competición determinada. Cuando “sólo les vale ganar” y están pendientes, a cada momento, si consiguen ese resultado o no. Y lamentablemente, esto último se ve demasiado. Y, lamentablemente, eso destroza mentalmente a los/as jóvenes deportistas que lo “sufren”.
Porque un/a deportista mentalmente fuerte (como ya dijimos en otra ocasión, ver “Fomentar la fortaleza mental a través del juego en el deporte de base”) lo es cuando, en lugar de estar totalmente pendiente del resultado, lo está de lo que depende de él, de mejorar, de buscar las mejores soluciones en cada momento, de aceptar lo que va a ocurrir sin conformarse, de dar lo máximo en cada momento. Se centra en él o ella, no en el resultado. Y disfruta, pelea, sufre, se emociona haciendo lo máximo que puede hacer en ese momento dando con ilusión su máximo. Y claro, como “hacen mejor su trabajo” como deportistas, ganan más. Y son cada vez mejores.
Resulta paradójico: si quieres ganar a toda costa, rindes menos que si buscas, en todo momento, hacer lo que mejor puedes hacer, que dependa de ti. Realmente, es psicología básica (ver “la psicología del deporte vive un buen momento”). Y está bastante más que estudiado. Y en general lo hacemos mal, al revés.
Para fomentar deportistas mentalmente fuertes, debemos crear esas condiciones (ver “experiencias a la saca”)para que la competición les suponga un reto y puedan medir sus competencias mejorando día a día.Deben sentirse capaces de probarse con otros, de “ver hasta dónde pueden llegar”, de ofrecer su mejor versión con ilusión y sensación de reto. No con miedo. No con la necesidad de ganar sí o sí. No con el temor de que si fallan les “va a caer una buena”.
Y la competición, si está bien enfocada, es un excelente medio para crear esas circunstancias para crear personas y deportistas mentalmente fuertes. Pero sólo si está acompañada de las condiciones adecuadas. Es decir, si hace que (1) estén pendientes en lo que depende de los deportistas (no del resultado), si les (2) supone un reto para mejorar y probarse; y si les (3) supone una experiencia estimulante. Si no, puede ser incluso muy perjudicial.
Una manera de igualar la competición, para que los/as deportistas puedan medirse en condiciones similares es lo que propone la Federació de Futbol de la Comunitat Valenciana cuando plantea crear grupos competitivos lo más homogéneos posibles dividiendo dos grupos de equipos aparentemente similares en función de los resultados de la primera vuelta y reestructurándolos en otros dos (con la mitad de los equipos de la parte de arriba en un grupo y la otra mitad en otro) para jugar la segunda vuelta.
Pero, aunque esa es una aparente buena medida, no es suficiente para que las condiciones generen deportistas y personas mentalmente fuertes. Hace falta, al menos, fomentar que estén centrados en lo que depende de ellos y generar experiencias gratificantes que supongan un reto ilusionante, dando su máximo. Y para eso, en lugar de centrarnos en el resultado, es adecuado orientarlos a la tarea, a lo que depende de ellos. Por ejemplo, en lugar de hablar de ligas ‘antigoleadas’ (resultado), es conveniente hablar de “ligas igualadas”, o “ligas estimulantes”, o “ligas competitivo-educativas”… (habría que estudiar bien esto en función de los mensajes que se pretenden transmitir).
Porque, por ejemplo,si a un niño o una niña le limitamos con mensajes del tipo “no les marquéis más goles, pobrecitos”, le estamos provocando dos cosas: en primer lugar, que le dé más importancia al resultado (en lugar de lo que depende de él o ella) y en segundo que aprenda que en ocasiones es adecuado no dar su máximo, no mostrar todo su potencial. Es, lo que algunos llaman, “la sociedad del sándwich mixto” (véase la noticia aparecida en “El Mundo”) o potenciar que las personas sean mediocres, en lugar de favorecer que den todo su potencial.
Antes de que al lector se le ocurran críticas que tengan que ver con resultados abultados, existen diferentes medios que pueden utilizar entrenadores/as de base para igualar las posibilidades donde la diferencia entre dos equipos es muy grande y a la vez se cumplan los tres preceptos que comentábamos. Por ejemplo, un entrenador puede cambiar las condiciones de su equipo en un partido haciendo limitando el número de golpeos al balón en cada jugador, o que antes de anotar, la deben de haber tocado todos los de su equipo. Hay muchas opciones de este tipo y hay mucho que hablar sobre esto.
Aunque, obviamente, si la competición está igualada es mucho más fácil. Porque los jugadores se miden ante iguales y la oposición está equilibrada. Pero no es suficiente.
Dar el máximo, en cada momento. Con ilusión, reto y determinación. Aunándolos con valores como el respeto, la tolerancia, competitividad, el esfuerzo, compañerismo, la diversión, el aprendizaje… creando personas y deportistas mentalmente fuertes. Es un trabajo de todos/as los implicados en la actividad deportiva de los jóvenes. Es nuestra responsabilidad hacerlo bien.
David Peris Delcampo
@dperisd
Psicólogo Experto en Psicología del Deporte
Entrenador Nacional de Fútbol y de Fútbol Sala
Presidente de la Associació de Psicologia de l’Esport de la Comunitat Valenciana
Vicepresidente de la Federación Española de Psicología del Deporte