Argentina y Rusia reeditaron la final de 2018 sobre el césped de Els Arcs y el partido estuvo a la altura de lo esperado, aunque el resultado (0-3) fue muy distinto al cosechado hace un año. Los soviéticos deshilacharon a una albiceleste que se vio sorprendida ante las mayores hechuras de sus contrincantes. Ambas escuadras salieron al verde con las espadas desenvainadas y el encuentro fue intenso, duro, de alto voltaje futbolístico. Los duelos personales se sucedieron. Se luchó por cada centímetro de hierba con el cuchillo entre los dientes. Hablamos de dos de los tres favoritos de la edición de este año -junto con España- y su único objetivo en cada partido que se juega es conseguir la victoria.
Fueron los rusos los encargados del saque inicial de un partido que desde el minuto 1 se sabía intenso. La albiceleste dispuso de las primeras ocasiones -con dos remates de Solari y Damián Fernández-, pero su empuje inicial se convirtió en un espejismo. Los pupilos de Oleg Levin se hicieron con el tempo del juego y demostraron enseguida sus intenciones de llevarse el partido, con un Sevikyan estelar.
El jugador de las categorías inferiores del Levante llegó al COTIF para sustituir a un compañero por lesión y ayer destiló peligro en cada jugada. El primer gol llegó tras una rápida jugada a tres toques que el ‘17’ rojo saldó con un balón picado para sortear al portero en el minuto 2. Cuatro minutos más tarde, el propio Sevikyan se hizo con el rechace de un saque de esquina y conectó un tiro cruzado desde la media luna que perforó la red.
La impotencia argentina se traducía en tarjetas amarillas -hasta tres en el primer tiempo, pudo caer alguna más por alguna fea entrada- y los rusos esperaban agazapados. La albiceleste tiraba de empuje y garra, pero sus balones largos se topaban con la férrea defensa soviética. Los sudamericanos tocaban y tocaban y sus rivales mordían gracias a sus dos estiletes en bandas y a un Suleymanov combativo que no daba un balón por perdido. La primera mitad se finiquitó con dos ocasiones de mérito argentinas, pero los jugadores entrenados por Esteban Andrés Solari se toparon con un inspirado Poletaev.
La segunda mitad comenzó de forma trepidante, ya que Trujillo Suárez consultó con el VAR y no dudó a la hora de pitar penalti por un derribo de Evinov el minuto 42. Un combativo pero poco acertado Miljevic se encargó de lanzar desde los once metros, pero se topó con una nueva estirada de Poletaev y fue incapaz de enfocar el rechace posterior. Desde ahí el partido bajó en revoluciones y las ocasiones llegaban a cuentagotas. Ambos conjuntos bajaron el ritmo y el seleccionador sudamericano intentaba agitar la coctelera con varios cambios. Los delanteros de ambos equipos dispusieron de alguna solitaria ocasión, pero la suerte del gol era esquiva. Hasta el minuto 20, cuando los soviéticos tiraron de picardía y sacaron rápido una falta, lo que ocasionó un posterior derribo ante la línea de cal protagonizado por un vendido Blázquez. El arquero cedido en el Valencia CF por Talleres intentó poner nervioso al lanzador ruso, pero Litvinov no dudó y certificó el 0-3. Un resultado justo visto lo visto sobre la hierba.
Argentina seguía tirando de corazón en cada jugada, pero sus intentonas eran infructuosas ante la mayor madurez de su rival, coronada por la actuación del portero Poletaev que ayer demostró credenciales de arquero de primer nivel, con acciones decisivas que enterraron el juego de ataque de sus ayer rivales. Argentina, España y Rusia son los candidatos a jugar la final de la edición 2019. El gol average final decidirá.
Texto: COTIF