Son muchas las veces en las que vemos resultados abultados en partidos de fútbol base, pero sorprende mucho más cuando vemos semejante desnivel en la élite. Esta vez lo tocó el turno a la Segunda División Femenina: en la mañana del domingo, el filial del Valencia se impuso por 12-0 al Discóbolo La Torre Femenino. Sin duda, un resultado (demasiado) contundente y, por desgracia, un tipo de marcador que se viene repitiendo más de lo deseable esta temporada.
La competición en la que se produjo este marcador es un factor crucial. Si hay algo que tienen claro los equipos es que en esta categoría los equipos compiten por objetivos importantes, como un ascenso a la nueva categoría de Primera B donde cualquier detalle puede acabar siendo clave (por ejemplo, el goal average entre los equipos).
Por tanto, el problema no está tanto en los clubes, sino en la competición o el estamento que se encarga de regularla, en este caso la Federación Española de Fútbol, que debería encargarse de propiciar y cultivar un campeonato lo más igualado posible.
En la temporada 2019-2020 se estrenará la Primera División B, una competición femenina creada precisamente para acabar con las desigualdades, algo que no se logrará si desde las Federaciones no se ayuda económicamente a los clubes más modestos para que puedan competir con los equipos más potentes del país.
Otra de las opciones para poder igualar el nivel de los equipos, que ya hemos comentado en ESPORTBASE en alguna ocasión, es la posibilidad de que las grandes canteras cedan futbolistas con potencial a los equipos humildes. Sin duda, esto ayudaría tanto a los clubes que ceden las jugadoras como a los que las reciben. Por no hablar de lo que aumentaría el nivel de esas futbolistas que tal vez pasa de jugar en Liga Autonómica a jugar en Segunda División.
Los clubes modestos no se quejan porque las jugadoras de los grandes equipos o filiales jueguen al máximo de sus posibilidades. Se quejan porque los estamentos deportivos, aún siendo conscientes de la disparidad que hay entre unos equipos y otros, hacen más bien poco por paliar esas diferencias en competiciones que se deberían caracterizar por la igualdad y la competitividad entre todos los conjuntos que las componen.