¿Cuándo y cómo se deben celebrar cosas en fútbol base?

Foto: Valencia CF

El entrenador del Sevilla FC, Pablo Machín, encendió los ánimos de gran parte de la afición del Valencia el pasado viernes con unas declaraciones que, por decirlo de manera suave, estuvieron lejos de ser afortunadas:

«Me llamó la atención que los futbolistas de un equipo como el Valencia celebraban el pase con la afición que parece que habían ganado la Copa. Eso me hace que somos un equipo acostumbrado a ganar. Muy pocos equipos pueden hacer lo que ha hecho el Sevilla»

Más allá del follón generado y de las disculpas que Machín transmitió a Marcelino y a su cuerpo técnico, y más allá de que sorprende ver a un entrenador a 650 kilómetros de distancia valorar una clasificación y una celebración en el último minuto de un club ajeno, nos pareció interesante la reflexión de Machín aplicada del deporte formativo.

¿Cuándo debe haber celebraciones en el deporte formativo? ¿Es ganar un partido motivo suficiente? ¿Y cómo deben ser estas celebraciones?

La respuesta evidente es que sí, que las victorias deben celebrarse. Incluso los empates.

Uno de los fundamentos de la formación en la consecución de objetivos. El entrenamiento, la preparación, la dieta, el descanso y la mentalidad tienen la motivación detrás de mejorar y lograr las metas propuestas. Dichas metas pueden ser humildes (ser mejor que ayer), muy ambiciosas (ganar una Liga o un trofeo) o alcanzar un punto intermedio, en el que sin duda encajaría una remontada épica contra el Getafe en el minuto 94.

Eso sí, convendría no olvidar nunca que los límites a una celebración los marca el respeto al rival. Las cuentas pendientes terminan con el pitido final. En partidos de fútbol-8 y de fútbol-11: al acabar, ganes o pierdas, se da la mano al rival. Se puede y se debe celebrar sin humillar, se puede y se debe festejar sin burlarse de los jugadores del equipo contrario. No es tan complicado.

Hablamos continuamente del ejemplo que se debe dar a los más jóvenes, pero poco se reflexiona sobre la necesidad (sí, necesidad) de dar rienda suelta a la emoción y a la alegría cuando se culmina un trabajo bien hecho. Lo que ocurrió a continuación, desde luego, representó lo peorcito del deporte. La tángana y agresiones post-partido del Valencia-Getafe fueron absolutamente lamentables, un ejemplo pésimo para los niños. Incluso los gestos de ‘llorones’ y demás fueron bastante vergonzosos por parte de los ganadores.

Pero… ¿celebrar con efusividad una victoria tras remontar y en el último minuto? POR SUPUESTO.

Es más, lo denunciable sería no hacerlo.

Autor / 2036 publicaciones

Fundador y director de ESPORTBASE Media desde 2015. Periodista, educador y deportista. Tras una década con los 'mayores', descubrí lo satisfactorio que es inculcar valores deportivos y personales a los niños. Mi padre fue mi héroe.

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