Una lacra de las que azotan el mundo del fútbol y principalmente el del futbol base es la violencia que se vive dentro y fuera de los terrenos de juego.
Hace algún tiempo, un buen amigo nos contó una historia que no olvidaré nunca y de la que queremos haceros partícipes.
Érase una vez, una pelota de trapo que vivía en uno de esos campos de los años 60 en cualquier lugar del mundo. Sus días transcurrían entre idas y venidas a las porterías, los fondos del campo, las gradas, las patadas de los jugadores y de vez en cuando descansando en una saca hecha de rafia con otros compañeros.
Poco a poco fueron mejorando los campos, pasaron de tierra a hierba, y posteriormente evolucionaron en tapices de césped natural o artificial por donde paseaba de forma cómoda. Hasta los mejores ingenieros de las mejores marcas deportivas hicieron que su tacto fuera mejorando: pasó de trapos a cuero a materiales que hacían que, cuando un jugador la golpeaba, surcara el cielo como si fuera un pájaro.
Pero no solo ella iba cambiando: «Fijaros, me cambiaron hasta el nombre. Pasé de Tango a Mikasa, Etrusco y otro que era muy difícil de pronunciar… ¡Ah, sí! Jabulani«, recordaba. También iban cambiando aquellos que la golpeaban para disfrute de la gente. Poco a poco se pasó de la furia argentina y algunos decían que de la española, a la exquisitez del futbol de selecciones como Holanda, Francia y por supuesto la de los españolitos. Estuvo en los mejores campos con los mejores jugadores y entrenadores y hasta algún periodista se metió con ella en algún momento porque decía que hacía efectos raros… Qué sabrán ellos.
¿Más detalles? Desde las botas con cordones atados por debajo hasta las botas sin cordones, desde las camisetas anchas para mayor comodidad a camisetas entalladas que resaltaban los cuerpos de los deportistas. ¡Y qué decir de las gradas, que pasaron de las vallas a los fosos y de allí a las redes para posteriormente pasar, cuando ya todos supieron comportarse y para evitar accidentes, a los estadios sin vallas!
«Pero llego el día en que me jubilaron y me llevaron a un campo donde sólo había niños y jóvenes con una ilusión: convertirse en grandes jugadores, ganar mucho dinero y ser famosos. Y alrededor de ellos, muchos familiares que hacían el esfuerzo de llevarlos y sufrir las inclemencias del tiempo con tal de que cumplieran sus objetivos… o los suyos», recordó la pelota.
Era feliz, por fin aprendía de ellos con la inocencia de los peques, de sus entrenadores con la ilusión de enseñarles y del gran ambiente que se vivía entre todos, pero un día todo se fue al traste.
Era una mañana de sol en uno de esos campos que tanto disfrutaba observando a los papis/mamis como pasaban la mañana entre amigos, con sus bocatas en la mesa donde se reunían, cuando de repente y en medio de un partido con una jugada donde se disputaban la pelota, uno de los jugadores llego tarde y arrolló al contrario. ¡Qué lástima! El niño se hizo daño y todo cambió.
Desde la grada los padres discutían unos con otros porque todos creían tener “su” razón, unos decían “ha ido a por él…”, los otros replicaban que «llegaba tarde al balón”… En el campo no era mucho mejor: amigos del mismo pueblo e incluso de la misma clase del instituto empujándose y diciéndose auténticas barbaridades, y la pelota en medio de todo, sin que nadie quisiera hacerle el más mínimo caso. Ya no era la protagonista.
«Esto empezó a ser una constante de los fines de semana y yo cada día me sentía más mayor», dijo la pelota. «Yo, que había estado con los mejores jugadores en los mejores campos y en los mejores acontecimientos, veía como todo se iba al traste… Desde entonces, sólo quiero estar con los querubines, libre de agresividad y sin maldad, y la verdad es que cada día disfruto más», confesó.
«Solo tengo un deseo: volver a convertirme en el protagonista máximo en los partidos de todas las edades donde todos se alegren de golpearme y de intentar rabonas, bicicletas, elásticas y todo eso que dicen que aprenden en el FIFA o en el Pro Evolution, que cuando entre en la portería la gente se alegre y disfrute y que cuando la gente se enfade tenga el sentido común para calmarse y disfrutar y sobre todo sean capaces de dar un buen ejemplo dentro y fuera del campo para los que están dentro y fuera de los mismos».
«Sólo un único deseo: por favor, disfrutad del deporte y sobre todo no os olvidéis de hacerme feliz con mi hashtag #StopViolencia».
II Torneo #StopViolencia del 2 al 4 de enero de 2019
Sí amigos, que el protagonista único sea el balón con el que todos disfrutamos y por el que todas las escuelas trabajamos con dedicación para intentar que los jóvenes tengan buenos hábitos, valores y educación alrededor de él.
Desde el CDJ Manisense organizamos la II edición del torneo #stopviolencia en el que aunamos nuestra pasión por el fútbol con el respeto entre todos y la colaboración entre las escuelas para erradicar la violencia de nuestros campos.
El año pasado reunimos durante la semana previa a las Navidades a 12 equipos de fútbol-11 y 12 equipos de fútbol-8 en nuestras instalaciones de la Ciudad del Ocio y del Deporte de Manises con la participación de 24 escuelas y 360 jugadores que se unieron a nuestro objetivo de #stopviolencia.
Un torneo que se disputa con la colaboración del Ayuntamiento de Manises y donde el reglamento está dirigido para que prime el respeto entre las escuelas frente a la competición y donde se prima el comportamiento de los jugadores y de los entrenadores con normas adaptadas en su reglas.
Este año volvemos la primera semana del año con doce escuelas, ampliándose las categorías que participan desde prebenjamines hasta infantiles todos ellos de primer año y donde queremos que las escuelas participen junto al CDJ Manisense en difundir el mensaje de erradicar la violencia dentro y fuera de los terrenos de juego mediante acciones de difusión que os iremos comunicando en breve. Un total de 500 jugadores jugando por un único objetivo: DEJADNOS JUGAR EN PAZ.
Escuelas que no somos los únicos que trabajamos para transmitir el mensaje de #stopviolencia, pero intentamos aunar nuestro esfuerzo para, junto al de otras acciones de otras escuelas, conseguir que nuestro FUTBOL BASE sea una entorno de competición, respeto, convivencia y transmisión de valores que los haga mejores futbolistas y sobre todo mejores personas.