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GALERÍA: Picanya recuerda el sueño de una tarde de verano con su ascenso a Liga Nacional Juvenil

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El calor del verano y las ganas de arrancar la nueva temporada no han afectado en absoluto el recuerdo de aquella tarde. Al contrario, en el Juventud Picanya todavía se habla con pasión desmedida de aquel 17 de junio de 2018. Un autobús hasta los topes, un 3-1 de la ida y un objetivo en la mochila: regresar de Alicante con el ascenso a Liga Nacional Juvenil.

Un autocar repleto de jugadores, amigos, directivos y familiares salió desde Picanya rumbo al feudo del Lacross Babel, “uno de los equipos revelación de Alicante” según los responsables del Juventud. Días atrás, el 3-1 cosechado en el primer enfrentamiento entre ambos les daba ligera ventaja, pero a pocas horas del partido se podían notar los nervios. “Dentro del autocar se respiraba ilusión, concentración y mucha responsabilidad”, recuerdan.

En cuanto el balón echó a rodar, todo pasó a ser un frenesí de emociones. Partido igualado, buenas ocasiones para el Picanya, doble amarilla para Fran. El Juventud se quedaba con diez (“de forma demasiado rigurosa”, recalca Juan Carlos Martínez) al filo de la media hora. El Lacross vio su oportunidad, apretó y obtuvo el 1-0 tras un gran libre directo de Hugo Santos al borde del área. Y antes del descanso, otro gol de los locales obra de Alejandro Bellot. Era el 2-0.

“La afición local estalló de alegría y sentíamos que todo lo hecho en el partido de ida se había ido al traste”, pensaron en el Picanya. Con el equipo ‘tocado’ se llegó al descanso: tocaba rehacerse en vestuarios o decir adiós al ascenso, ya que la diferencia de goles a domicilio favorecía al Lacross. “Se respiraba mucha tensión y rabia tras la expulsión, los chicos la veían demasiado estricta”, pensó Juan Carlos. El propio técnico, junto a Jose Pedro Hurtado y Álvaro Hurtado, tuvieron que recomponer el sistema y apaciguar los ánimos.

“Había que transmitir tranquilidad y confianza en la calidad demostrada todo el año, habiendo superando siempre situaciones dificiles y comprometidas en la liga y siendo conscientes que llegarían nuestras ocasiones que seguro aprovecharíamos”, recuerdan para ESPORTBASE.

Con el equipo hecho una piña y conjurado para sacar adelante el partido, el Juventud Picanya salió al césped con un ambiente tremendo en las gradas. La expedición del cuadro valenciano, compuesta por amigos, padres y directivos, redobló esfuerzos en hacerse sentir; los tambores de Saliner de Puzol sonaron sin descanso como un martillo, respaldando una mejoría en el juego del Juventut tras la reanudación. El equipo empezó a encontrarse a sí mismo. Así llegaron primero los acercamientos, luego las ocasiones… y finalmente el gol.

Borja, de penalti, eliminó de un plumazo las dudas. Desaparecieron los temores, se ganó en autoestima y el Picanya se hizo con la pelota definitivamente. El propio Borja, en el minuto 64, disipó cualquier atisbo de reacción local. El 2-2 campearía en el marcador hasta la conclusión. Llegó el pitido final, y con ella una celebración de película: Picanya, una pequeñísima población valenciana, tendría un equipo en categoría Liga Nacional Juvenil la temporada siguiente.

La fiesta protagonizada por jugadores, técnicos, amigos, familiares y directivos sobre el césped fue histórica: manteos, ‘capotazos’ repletos de arte, muchas lágrimas e incontables abrazos. Una fiesta que se prolongaría después en el autobús de regreso. Con una hazaña de semejante calibre, las más de dos horas de trayecto se pasaron volando.

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