Un fútbol limpio se construye a partir de un fútbol educado. Esto es responsabilidad de todos. El comportamiento agresivo en el fútbol está alcanzando una incidencia considerable como para plantear soluciones que lo reduzcan, pudiendo hacerlo un instrumento educativo, necesario para dotar a los niños y adolescentes de comportamientos adecuados al desarrollo de sus vivencias. El comportamiento violento también se aprende, transmitiéndose rápidamente, creando un círculo vicioso de comportamientos inadecuados entre las distintas generaciones. Necesitamos el compromiso de los formadores para desarrollar acciones dirigidas a fomentar el fútbol educativo, en equipos de niños. Existen multitud de retos a los que se enfrenta el fútbol para convertirlo en el deporte más educado. El camino es largo, para poder ver los cambios hacen falta años. Los comportamientos violentos, protestas, violación de reglas de juego, y la búsqueda de la victoria a cualquier precio, experimentan retrocesos en el rendimiento de la formación del niño. En cambio, el buen juego, el respeto y el juego limpio llevan al joven a divertirse y entretenerse de manera notable. Este modelo deportivo-educativo se basa además en el principio de que los valores aprendidos en el fútbol pueden ser transferidos a cualquier momento de la vida.
Los principales agentes educativos deportivos, padres y entrenadores, federaciones, clubes, dirigentes, árbitros y, sobre todo, medios de comunicación, afectarán la educación infantil, más o menos de calidad, con la experiencia, formación deportiva y orientación en valores hacia esos jóvenes futbolistas, con intervenciones relacionadas con el juego limpio, en las diferentes competiciones. Estos protagonistas del fútbol establecen una gran influencia psicológica y social que conforma el interés del niño por el fútbol incluyendo actitudes y valores que ayudan en el comportamiento tanto familiar como deportivo, teniendo la posibilidad de facilitar o dificultar su formación personal. Charlas de concienciación, encuentros grupales, acciones que lleven a la meditación y la orientación podrían ser algunos medios a utilizar por instituciones y profesionales del fútbol para guiar a niños, familiares y entrenadores a alcanzar los objetivos educativos. Los entrenadores deben planificar entrenamientos y tareas en función de los objetivos de enseñanza, diseñar sesiones con rutinas diarias que permitan el contacto personal de los alumnos con la toma de conciencia de los valores y niveles de responsabilidad, el desarrollo de normas aplicadas a la competición, reuniones de grupo para valorar los progresos y limitaciones personales, la autorreflexión y la transferencia de esos valores a otras situaciones y contextos extradeportivos son algunas de las tareas que podemos entrenar con nuestros alumnos para que jueguen con educación.
El papel de los protagonistas
Está muy instaurado el uso del castigo y la crítica para eliminar conductas no deseables en deportistas, y a veces funciona; pero también hay que destacar que el uso habitual del castigo lleva al niño a presentar miedo al fracaso, que conlleva una disminución del rendimiento, antipatía y rencor entre el formador y sus alumnos. Con lo cual, la alternativa más recomendable para evitar estos efectos negativos es la utilización del refuerzo positivo como método habitual. Los entrenadores que basan sus estrategias de modificación de conducta en el refuerzo positivo, consiguen que sus jugadores se lleven mejor, disfruten más de su experiencia deportiva, haya mejor ambiente entre jugadores y entrenador, y una mayor cohesión de grupo. Debemos plantear, inicialmente, los diferentes aspectos positivos y negativos que conlleva la práctica deportiva, buscando que perciban que el fútbol fomenta más aspectos positivos (salud, socialización, educación, ocio, trabajo en equipo, valoración del esfuerzo…) que negativos (lesiones, violencia, fanatismo…). Los entrenadores, en nuestras tareas, debemos dedicar un espacio importante para hablar de la figura del árbitro, donde se reflexione acerca de la importancia de respetarles. Los entrenadores debemos regular la importancia de la victoria, y enfatizar el mérito de lograr objetivos personales que sean realistas para los futbolistas, buscando el equilibrio entre aprendizaje, juego y competición.
Tratemos de mentalizar a los padres de la enorme influencia que tienen sobre sus hijos, tanto a nivel personal como deportivo, y la importancia que sus comportamientos adquieren en las futuras conductas emitidas por los adolescentes. Es importante crear, en nuestras tareas, la necesidad de fomentar en los jóvenes conductas de respeto como ejemplo deportivo.
En cualquier competición la tarea de los árbitros es hacer respetar el reglamento. El árbitro durante el transcurso de la competición tiene una gran responsabilidad y, por tanto, debe esforzarse al máximo por tener un buen conocimiento del reglamento y aplicarlo con imparcialidad. Sería deseable que los jueces tuvieran buenas habilidades de comunicación con los jugadores y técnicos, actuando tanto dentro como fuera del terreno de juego como un modelo de deportividad, llevando a cabo una tarea de pedagogía deportiva, explicando el reglamento, en lugar de limitarse a administrar sanciones.
El deber de las organizaciones es, sobre todo, planificar competiciones para niños en ambientes saludables, definiendo claramente los comportamientos deportivos según normas de buenas prácticas, asegurándonos que se cumplen. Las competiciones deportivas organizadas para los jóvenes deben ser escuelas de juego limpio, pudiendo modificar reglas y normas en función del nivel de habilidades deportivas y desarrollo de los niños. Otro aspecto a tener en cuenta por parte de instituciones y organizaciones sería garantizar una mejor formación para los dirigentes, árbitros y técnicos con la adecuada política de prevención deportiva en el fútbol base.
El fútbol se difunde por los medios de comunicación. La información deportiva, en ocasiones tiene mayor relevancia mediática que la política, reflejando el mayor interés de la sociedad española por el fútbol que por otras noticias. Si educamos en valores diferentes a la importancia del partido del domingo, podremos construir una nueva realidad a través del discurso de los medios. Sólo se considera real lo sucedido en ellos. Un jugador sólo es buen jugador si los medios afirman eso y si no, nunca lo será. La función principal de los medios en torno al fútbol debe ser la construcción de una realidad futbolística, si es educativa mejor.
Un compromiso de todos
El compromiso de actuación de buen comportamiento es un acuerdo de colaboración de todos los agentes implicados en el fútbol, que pretende la prevención de actitudes agresivas y violentas, así como la promoción del fútbol educativo. Este “contrato” de colaboración, es un plan para modificar conductas, en el que los protagonistas se comprometen a realizar conductas y comportamientos apropiados. El compromiso que deben firmar los deportistas refleja como objetivo principal, que los entrenadores o responsables deportivos de los equipos, realicen una serie de acciones para la prevención de incidentes agresivos y violentos. Los entrenadores y responsables de los equipos implicados, se deben comprometer a llevar a cabo una serie de actuaciones: trabajo de los entrenadores con sus jugadores dirigido a la prevención de incidentes violentos, promoción del juego limpio y pautas de conducta a seguir; tareas de solución de situaciones violentas en jugadores; reuniones con los padres de los jugadores con pautas de conducta a seguir. Por otro lado, las instituciones deben comprometerse a mejorar la deportividad de los partidos, reunirse con los árbitros designados para este partido con el propósito de que les informen de todo este proceso así como de todas aquellas cuestiones que consideren oportunas para favorecer la mejor actuación arbitral posible.
El fútbol es una exposición de actitudes positivas y negativas del que aficionados y protagonistas participan, ya sea como jugadores, entrenadores, directivos o como simples espectadores. Participan de una ceremonia organizada hacia unos colores, que vista desde lejos, resulta descabellada y a veces negativa. Huyamos de “traficantes” de la mala educación, de los hooligans de la grada, que utilizan el grito y el insulto como medio para comunicarse. Alejémonos de entrenadores que no utilizan la educación como método de entrenamiento, o de clubes donde su máxima sea la clasificación, la victoria y el resultado en el marcador. Busquemos competiciones donde el niño sea feliz jugando, sin la presión de encasillarlos en buenos y malos, reivindiquemos y alertemos a las organizaciones y estamentos, que si no reaccionan, pueden convertir el fútbol, en vez de en un aliado para la educación del niño, en un enemigo. Usando el fútbol como ejemplo educativo nos ayudará a captar la atención del niño, aprovechando la fuerza y la pasión que despierta en él.
Los niños no son los que quieren ganar como sea. Somos los adultos los que actuamos así, porque dependemos de unos factores externos, como pueden ser los medios de comunicación y el fútbol profesional, que exigen resultados inmediatos. Y esto es lo que hay que cambiar. Hay que concebir el fútbol como una parte muy importante de la educación integral del niño, de tal forma que así tenga una influencia educativa elevada.
El fútbol puede ser, cuando es debidamente tratado, un vehículo idóneo para la formación de niños y adolescentes, mucho más con jóvenes agresivos y problemáticos. Recuerda que, la mayoría de los niños oirán lo que decimos, algunos incluso dirán lo que decimos, pero todos los niños harán lo que hagamos.
Texto: Pedro Meseguer Díez (Técnico Deportivo Superior y Entrenador Nacional Nivel III), autor del libro ‘El fútbol necesita ser educado’.