El arbitraje español ha mejorado mucho en los últimos 15 años, sobre todo con la profesionalización. Ahora todos los árbitros de primera división pueden vivir del arbitraje, cuando antes debían compaginarlo con otra profesión. Quizá echamos en falta ciertas cosas, por ejemplo, que sean más dialogantes, que dejen jugar, que no paren mucho el juego. Hablar tras los partidos siendo más accesibles, acercaría la figura del árbitro al aficionado. Soy de los que piensa que la prohibición de hacer declaraciones les perjudica más que les beneficia.
Vamos a centrar este post en el arbitraje en el fútbol base, donde el árbitro debe hablar mucho con los chavales, tener tacto en ciertas decisiones, e incluso a veces debe corregirles para que conozcan ciertas reglas que desconocen. Casi todos estamos de acuerdo en que el arbitraje en el fútbol base tiene un problema significativo: la falta de formación.
Hay una falta notable de gente que quiera ser árbitro, y esto hace que manden a pitar a chavales con muy pocas horas de formación. Son muchos los que se animan a pitar por los euros que van a ganar dirigiendo algún partido los fines de semana, muchos de estos sin interés, ya que solo quieren terminar de arbitrar, cobrar e irse a casa.
A favor de los colegios arbitrales están las campañas publicitarias y de las escuelas de fútbol base para atraer a chavales al mundo del arbitraje. Pero viendo fin de semana tras fin de semana partidos de fútbol base, uno entiende el porqué de la escasez de árbitros.
El comportamiento de muchos padres e incluso entrenadores (olvidan que son formadores) hacia los árbitros que en la mayoría de los casos, por edad, podrían ser sus hijos es lamentable. Sin olvidar los casos de agresión por parte de espectadores, padres, aficionados, jugadores etc… que por desgracia se siguen produciendo.
Quizá seria bueno que se fomentara cada cierto tiempo, que entrenadores de estas categorías se pusieran un día en el lugar del árbitro, dirigiendo un partido. O bien, que estas iniciativas se promovieran desde las escuelas de fútbol haciendo partícipes a los padres, para que ocuparan ese lugar.
Con estas medidas se darían cuenta de lo difícil que es acertar un fuera de juego en décimas de segundo, con el agravante de no tener linieres, o como decidir si el balón entro o no tras dar en el larguero, si ha sido mano dentro del área o fuera etc.
Como hemos dicho al principio: ser árbitro es muy difícil, pero si los que formamos parte del fútbol, en vez de ayudarle les ponemos las cosas más difícil… mucho peor.
Texto: Miguel Ángel Aroca (lasoledaddelentrenador.com)