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“Caso Betenasa” y corrupción de menores: ¿cómo podría haberse evitado?

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El pasado martes, la redacción de este diario amanecía horrorizada tras conocer la detención del presunto autor de grabaciones de menores en duchas y vestuarios de varias instalaciones de la Comunitat Valenciana. Un asunto escabroso, lamentable y terrible, de esos que te ponen la piel de gallina y te dejan absolutamente convencido de que es necesario actuar para acabar con esta lacra que pone en peligro la integridad física y moral de los menores implicados en nuestra autonomía.

En el diario ESPORTBASE hemos permanecido atónitos durante 48 horas mientras conocíamos los escabrosos detalles de las obras de este presunto delincuente, que grababa a menores (sus predilectos, entre 8 y 16 años de edad) mientras se cambiaban y duchaban en los vestuarios de diversas instalaciones de la Comunitat. No dábamos crédito. De la misma manera, no hay palabras para describir el agradecimiento que sentimos hacia los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado por su rápida actuación y la detención del sospechoso, que ha dejado como ‘legado’ más de 320.000 archivos (con la posibilidad de que la cifra sea mucho mayor) en los que se muestra a menores cambiándose y duchándose. Un acto repulsivo y que nos produce auténtico asco y vergüenza.

La gran pregunta ahora mismo, tras la detención del sospechoso, es… ¿Podría esto haberse evitado? ¿Qué podemos hacer para que no vuelva a repetirse?

Las consultas que este periódico ha realizado con la Guardia Civil revelan los detalles del sospechoso, un hombre que se aprovechaba principalmente de los menores sin supervisión de adultos, aquellos que militan en categoría Infantil o superior. Los Alevines, Benjamines y categorías inferiores suelen contar con padres que están mucho más pendientes, atentos, incluso acompañándoles a los vestuarios. La mayor vigilancia obligaba al presunto pederasta a refrenarse en sus intenciones, y a aprovechar la situación de aquellos jugadores de más de 13 años, con menor vigilancia.

Si bien es cierto que, desde el pasado 1 de marzo de 2016, existe el Registro Central de Delincuentes Sexuales y eso obliga a poseer un certificado que demuestre que la persona encargada de trabajar con menores carece de antecedentes. Sin embargo, este requisito sólo es obligatorio para aquellas personas contratadas para trabajar en los clubes: en aquellos casos en los que se mantiene a trabajadores en situación de irregularidad, lógicamente esos requisitos no existen. Sin contrato de por medio, es imposible exigir dicho certificado y no es posible llevar a cabo una vigilancia exhaustiva.

Uno de los comentarios más inquietantes llegaba por parte de las fuentes consultadas por este diario acerca del carácter fortuito del descubrimiento del delito: “Si no se le hubiese caído la cámara…”, relataba con preocupación una voz autorizada tras la detención del sospechoso. Pone los pelos de punta: si el adhesivo del dispositivo de grabación no se hubiese desprendido, no se le hubiese podido ‘cazar’ y podría haber seguido delinquiendo.

Con todo, expertos consultados por ESPORTBASE daban varias claves para intentar minimizar el riesgo de que episodios como estos se repitan. El primero y más relevante, lograr una mayor implicación de los entrenadores y técnicos, para así estrechar la vigilancia sobre los niños. Un esfuerzo que debe ser necesariamente colaborativo: técnicos, padres, tutores y responsables deben aportar, pero sobre todo deben ser los clubes los que den un paso al frente. Reforzar la vigilancia sobre sus instalaciones. Regularizar a todos los trabajadores y asegurarse de que cuentan con todos los certificados requeridos. Los padres confían en los clubes y deberían disfrutar del crecimiento de sus niños, no estar permanentemente preocupados.

Cuando saltan casos como este, la reacción visceral es la del miedo. Una senda peligrosa. No se debe tener miedo, pero sí extremar las precauciones después de que hayamos visto a cientos de niños implicados en este caso, el más grande que se recuerda en el fútbol base valenciano.

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