Todos hemos jugado alguna vez en ‘La Malva’. Pensar en una escuela tan clásica nos lleva a épocas pasadas, más felices quizá, de campos de tierra y la sencillez por bandera en un barrio familiar y humilde que estuvo azotado por problemas sociales en la década de los noventa. La Malvarrosa adquirió entonces una fama, un ‘sambenito’, que ni siquiera el progreso de los últimos años ha logrado eliminar por completo.
Nuestros protagonistas lo asumen con resignación, pero pronto recuerdan un dato que les devuelve a una realidad cada vez más ilusionante: «Todos los chavales de la escuela son de aquí, de la Malvarrosa, del Cabanyal y de Serrería«. Lo comenta Pascual Escudero, director deportivo del CF Malvarrosa y que ya jugaba con 12 años en la entidad que ahora dirige. «Este año el club cumple medio siglo«, recuerda. Un histórico de la ciudad de Valencia para el que el trabajo diario es el único aval a la hora de convencer a los escépticos de que sí, de que se trata de un club vivo, moderno, familiar y muy solidario.
«El barrio ha cambiado mucho desde hace dos décadas», señala, «por eso no entendemos los prejuicios que hay fuera. Parece que mucha gente tuerce el gesto cuando les hablan del Malvarrosa, pero les invitamos a venir cuando quieran para ver lo que estamos haciendo». Una ‘fama’ que ha llegado hasta la otra punta de España: «¡Hasta en Sevilla se piensan que esto es una zona problemática!», exclama.
Es difícil explicar cómo se instauran los ‘sambenitos’. Simplemente, ocurre. Pero culpar a un club en plena renovación y crecimiento de los pecados y decadencia social que reinaron casi treinta años atrás no parece justo, ni mucho menos. Los doscientos niños que forman su escuela (un Querubín, dos Benjamines, dos Alevines, dos Infantiles, un Cadete, un Juvenil, equipo Femenino y dos equipos Amateurs) atestiguan que este es un club de su barrio, de su gente, y que la realidad no guarda relación con leyendas negras ni habladurías.
BECAS Y TECNIFICACIÓN MARCADAS POR LA SOLIDARIDAD
En el CF Malvarrosa insisten en que hay sitio para todos. Lejos de las grandes inversiones y proyectos, el objetivo es simple: cada día, lograr que los pequeños mejoren y se diviertan. Para ello, el club implantó desde la temporada pasada sesiones de tecnificación gratuita cada viernes. Pascual Escudero hijo dirige el trabajo individualizado: «Hacemos un análisis del niño y buscamos sus puntos a mejorar: posicionamiento en el césped, disparo con la puntera, golpeo con la pierna menos hábil…». Todas la semanas se junta un grupo de quince o veinte jugadores a los que se muestran ejercicios específicos y trabajo de finalización de jugadas. El balón es siempre el protagonista. Quique, entrenador de porteros, se ocupa del trabajo específico con los guardametas, que han experimentado una evolución «tremenda» este año.
Los padres arriman el hombro de manera altruista como el que más. «Somos gente de barrio, eso no pasa en los grandes clubes«, sonríen los técnicos mientras repasan anécdotas de la temporada. «Trabajamos mucho para ayudar al que no puede permitírselo«, recalca Escudero, «intentamos becar a todos los que podemos, no podemos negarle a un chiquillo su derecho a jugar y divertirse». Es un equilibrio delicadísimo, casi imposible, entre las necesidades mínimas de ingresos de un club para hacer frente a todos sus gastos (luz, agua, gestión, pago de árbitros…) y la labor social para que cualquier niño pueda disfrutar del deporte.
«Intentamos becar a todos los que podemos, no podemos negarle a un chiquillo su derecho a jugar y divertirse” – Pascual Escudero
Jose Manuel Martínez, director de metodología de la escuela, pone sobre el tapete la palabra clave: «Integración». «Queremos ser inclusivos con todo tipo de niños y de diversa procedencia, dificultades en casa, problemas económicos, familias desestructuradas… Estamos logrando que se integren con los demás y usemos el deporte como herramienta educativa«, amplía. Se trata de una labor ardua, casi invisible y que requiere de un análisis «global» de las necesidades de los niños: «El deporte y el fútbol pueden limitar comportamientos y tendencias que puedan perjudicar al niño incluso en edades más avanzadas», apunta.
A la postre, se trata de mirar con lupa el gasto para poder ofrecer la mayor cantidad de servicios a los chavales y un sacrificio tremendo por parte de los formadores, entrenadores y personal del club. Es la seña de identidad que todos recalcan: la generosidad. «Tenemos casos de padres que no pueden hacer frente a las cuotas, por pequeñas que sean. Pero no podemos cerrarles las puertas. Acabamos buscando fórmulas de todo tipo«, indica Pascual, que también recalca la labor de Ramón Escolano como secretario para lidiar con tantísimos problemas.
Mientras ofrece un par de ejemplos, se le escapan comentarios lacónicos respecto a la «ayuda» que el Ayuntamiento y otros organismos deberían intentar prestar a clubes con un corte tan marcadamente social: «Ellos, desde fuera, no ven estas situaciones; sólo las vivimos nosotros desde dentro«, lamenta. A su juicio, «falta conciencia social en Valencia» respecto al fútbol base –«o cualquier otra disciplina deportiva»– como elemento integrador y educativo para los más jóvenes, y pone otros ejemplos como «el Benimaclet, el Torrefiel o el Malilla« para reiterar la necesidad de que las instituciones se ‘mojen’ por el deporte de formación.
«Estas situaciones las vivimos nosotros desde dentro. Falta conciencia social en Valencia» – Pascual Escudero
«Tenemos un problema de agravio con respecto, por ejemplo, a los pueblos. Vemos instalaciones gratuitas, con luz, agua, una persona se hace cargo del material, ayudas institucionales… Así es una gozada trabajar. Por las circunstancias que hay, somos muchas escuelas con el mismo problema en Valencia capital, las ayudas son proporcionales y hay que repartir entre muchos», analiza. Por ejemplo, la subvención total de esta temporada dio a duras penas para abonar los gastos de electricidad… de un sólo mes. En casos así, no es de extrañar que la junta directiva -con su presidenta Fina Galán a la cabeza- haga «malabares» para cuadrarlo todo, casi siempre de manera altruista y original, mediante rifas, iniciativas, fraccionamiento de los pagos, etc. «Lo que sea necesario», sentencia Escudero. El inminente y ambicioso Torneo de Fútbol-8 que han organizado para los días 11 y 12 de junio demuestra que, con tesón y esfuerzo, se pueden lograr grandes metas. Pese a la dificultad, el Malvarrosa tira de raíces para afrontar el futuro con optimismo.