La Marca España

David Martínez
Entrenador valenciano en Arabia Saudí

El fútbol español es de mucha y muy buena calidad, pero no sólo se debe hacer referencia a futbolistas, sino también a los formadores, educadores o entrenadores. Quizás no seamos conscientes del verdadero nivel que tenemos, cuando estamos trabajando en nuestro propio país, haciendo valer el proverbio aquel de que «nadie es profeta en su tierra», o al menos en los inicios.

Todo ello puede ser debido en gran medida a situaciones como el desconocimiento, la ignorancia o, incluso, a valores mas negativos como la envidia o la falta de formación, generando contextos de incapacidad de analizar y distinguir el trabajo bien hecho del que no lo está.

Sin embargo, la situación se ve revertida cuando cruzas la frontera, saliendo de tu zona de confort, ciudad, país o continente, para mostrar todo el talento o conocimiento que acumulas y ofreces a nuevos ojos, no viciados o contaminados, los cuales te van a observar con un punto de objetividad del que en otros momentos no has disfrutado.

Sentirte escuchado, valorado, respetado, no se cuantifica en términos económicos, sino en aspectos personales, como libertad de expresión, derecho al ejercicio libre de tu profesión y, sobre todo, la posibilidad de exponer tu forma de pensar, trabajar o relacionarte.

Los éxitos deportivos acumulados recientemente por las distintas secciones deportivas de España, tanto a nivel de selección como a nivel de clubes, facilita las conexiones exteriores, con países emergentes y ansiosos de conocimiento, con expectativas de mejora.

En absoluto es sencillo cambiar tu estatus, vida personal y social, dejar atrás tu pasado, para enfrentarte a un nuevo futuro, incierto e impredecible, pero quizás en ocasiones es el paso necesario y requisito imprescindible para obtener un reconocimiento que, en un futuro cercano o lejano y dependiendo siempre de tus méritos y objetivos, te permita poder regresar por la puerta grande y bien posicionado a tu país de origen.

Son reflexiones desde la experiencia personal, debido a mis retos profesionales vividos en los últimos años en países muy dispares como EE.UU., Singapur o Emiratos Arabes Unidos, y ahora actualmente en Arabia Saudí. Es inevitable, la comparación entre estructuras de clubes o escuelas de fútbol de España y países extranjeros, en los cuales desde un primer momento se perciben grandes diferencias.

En España existe talento humano -el futbolista, el entrenador-, pero no se tiene el reconocimiento profesional suficiente. Creo que no es valorada la figura del entrenador, formador o educador en su justa medida, y ni mucho menos se aprecia la importancia en el desarrollo de los niños, quienes van a ser el motor del país, a medio/largo plazo. Se demanda una inversión en educación y futuro.

Es muy difícil ver en la cantera de un club profesional a entrenadores «full-time», contratados a jornada completa, quienes deben elaborar -al igual que los profesores de educación física, o cualquier otra materia- un material curricular, en éste caso especifico de fútbol, incluyendo unos valores, contenidos físicos y técnico-tácticos que contribuyan a un equilibrio físico y emocional del joven que comienza a relacionarse en edades tempranas con contextos amplios y desconocidos para él, como son un sistema competitivo, compañeros, entrenadores, adversarios e incluso, en ocasiones, algunos torneos fuera de casa que suponen la primera y emocionante «salida».

La exigencia en clubes o escuelas que no están vinculadas a clubes de élite debe ser evidentemente menor, debido a la escasez de recursos económicos y de infraestructuras. Igualmente, sin embargo, se debería hacer un esfuerzo en su promoción.

Por ejemplo, en EE.UU. el deporte para los niños, y por ende para sus familias, es un vehículo de acceso a un sistema educativo universitario solido, igualitario, por vía de becas deportivas ofrecidas por las universidades estatales. Las familias invierten tiempo y dinero en formar al niño personal y deportivamente, con el objetivo de que a través de sus cualidades tenga acceso a una beca que subvencione en gran medida, o en su totalidad -dependiendo del talento y capacidades-, la inversión en estudios universitarios, que será el canal a través del cual ostenten una calidad de vida digna en sus profesiones.

Por otro lado, en Singapur o Emiratos Árabes Unidos, cuando preguntas a los niños cual es su visión de futuro, qué quieren ser de
“mayores”, se obtienen -en la gran mayoría de casos- respuestas sorprendentes y dispares como, por ejemplo, abogado, economista, ingeniero… no siendo prioridad y, ni mucho menos obsesión, consolidarse en la elite deportiva.

Todo esto se encuentra fuertemente condicionado por la historia del país, encontrando grandes diferencias entre ellos. Dicho detalle representa un ejemplo al que seguir, un espejo donde mirarnos, porque forzar situaciones no genera consecuencias positivas.

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