Eva Agea
Psicóloga Experta en Deporte
passencurt.com
Leyendo el artículo de la agresión del padre de un jugador a otro en Córdoba, pensé que no nos teníamos que marchar tan lejos para encontrar comportamientos reprochables y denunciables como este. En Valencia, en nuestra provincia, viví hace un tiempo una situación muy lamentable.
Érase una vez una Escuela de fútbol. Dicha escuela abarcaba (sigue abarcando en la actualidad) todas las categorías, desde Prebenjamín hasta Juvenil. Una de las categorías estrella es la Infantil, por todo lo que representa: cuando se da el salto de fútbol-8 a fútbol-11 los niños pasan, o al menos lo parece, a ser «jugadores de fútbol». Fue precisamente en un equipo Infantil donde ocurrieron los hechos.
En esta historia tenemos al entrenador paternalista, al padre protector de su hijo y al padre «entrenador de banda». Se citaron en el lugar habitual porque ese día jugaban fuera de casa, al marcharse no imaginaban lo que iba a ocurrir a su vuelta, aunque sí podían intuirlo porque la tensión entre ambos padres era latente y comentada por otros padres y madres. Al regresar, y en el lugar de citación, los padres se dedicaron insultos y como no, se enzarzaron en una pelea con agresiones físicas y verbales.
Los chavales del equipo que presenciaron tan patética estampa lo vivieron con miedo, con pavor, no entendían nada. Lloraban. Los adultos que estaban presentes protegieron a los niños e intentaron separar a dos padres enfurecidos. Efectivamente: dos padres de futbolistas del mismo equipo peleándose. ¡Es para quedarse mudo! Yo me quedé perpleja cuando me llamaron para contarme lo que había ocurrido.
La justificación de cada uno de ellos, al día siguiente, era la defensa del «honor» de sus hijos. Se escuchó a ambas partes y, por más que intentaban justificar lo ocurrido, era imposible aceptar unas reacciones tan injustificables. Ambos intentaron racionalizar sus actos, ¡increíble! Sólo al final pude sacarles un arrepentimiento por los niños que lo pudieron presenciar.
El cuento acabó en sanción para ambas partes. Pero no creo que acabara ahí para las verdaderas víctimas: sus hijos. La repercusión para ellos no terminó en la sanción pertinente: lo que aprendieron en esa jornada futbolera fue precisamente la antítesis del deporte base. La lección por ‘modelado’ de ese día fue la peor de las lecciones. Emociones como la ira, el miedo, la desconfianza o la tristeza se generan en situaciones NEGATIVAS y del todo inapropiadas en el entorno deportivo, tal y como ocurrió en el ejemplo que acabamos de narrar.
Por suerte, esto no sucede todos los fines de semana y son muchas los aspectos positivos que aportan los padres y los profesionales que cuidan de la formación deportiva de los jóvenes futbolistas. Seguir formando a directivos, técnicos y padres es una labor de clubes e instituciones. Formar con y para tener actitudes positivas ante la competición y el entrenamiento es el camino para que en el fútbol de nuestra Comunitat no se den situaciones que acaben en agresiones físicas o verbales.
Tener y mostrar actitudes de ‘fair play’ y de autocontrol, de respeto al contrario y a los compañeros, hará que los niños nos ‘copien’ y en un futuro actúen como lo hacen sus mayores de referencia.
Para acabar, os dejamos unos consejos para padres que pueden ser muy útiles para disfrutar del fútbol este fin de semana:
-APRENDER A CONTROLAR LAS PROPIAS EMOCIONES Y FAVORECER LAS EMOCIONES POSITIVAS, SIN DAR INSTRUCCIONES O HACER CRÍTICAS DURANTE LOS ENTRENAMIENTOS O COMPETICIONES;
–ACEPTAR EL PAPEL DEL ENTRENADOR, SIN INTERFERIR EN LOS PLANTEAMIENTOS E INSTRUCCIONES QUE ÉSTE DE A LOS NIÑOS;
-ACEPTAR LOS ÉXITOS Y LOS FRACASOS SIN REALIZAR COMENTARIOS DESPECTIVOS DE LOS JUGADORES O PADRES DEL EQUIPO CONTRARIO, ENTRENADORES O ÁRBITROS;
-EXPRESAR INTERÉS, DARLE ÁNIMOS Y APOYO AL JUGADOR EN LOS ENTRENAMIENTOS Y COMPETICIONES;
-ACEPTAR VUESTRO ROL EN EL CAMPO, SIENDO UN MODELO DE AUTOCONTROL Y PERMANECIENDO EN EL ÁREA QUE OS CORRESPONDE.