Terminó el torneo más mediático de las Navidades y lo hizo, una vez más, con un resultado final cuestionable a nivel formativo y muchas preguntas de cara a ediciones venideras. La decidida apuesta de la organización (Fundación El Larguero y LFP) por el marketing y la imagen ha dejado al deporte base en segundo plano durante todo el evento, ya desde la polémica decisión de dejar fuera de la competición a los equipos de Levante y Granada, conjuntos de nivel notable que habían demostrado su valía en ediciones anteriores del torneo. La presencia del Real Madrid debido a su «proyección e imagen internacional» dejó bien claro desde el primer día que el núcleo del evento no iba a ser futbolístico ni formativo, sino una oda al ‘postureo’ con los niños como excusa.
El desarrollo del torneo confirmó que, más allá del buen nivel exhibido por los equipos (en situaciones como estas, siempre son los más jóvenes quienes sí dan la talla), la atención se centraba en los eventos paralelos, galas, polémicas (como la protagonizada por el FC Barcelona y Raúl González) y anuncios a bombo y platillo, como el fichaje del propio Raúl como embajador de la LFP por tres temporadas en EE.UU.
El marco de la foto –Miami como sede- pasó a convertirse en lo importante: sólo hay que escuchar las reflexiones post-torneo de uno de los organizadores, el conocido periodista Jose Ramón de la Morena, preguntando al blaugrana Xavi Simons (Balón de Oro del campeonato) si le había gustado la ciudad norteamericana «por los barcos, los Ferrarís… además, este es el que me pienso comprar yo cuando firme con el Barça», dando por sentado que un chico de 12 años llegará a la élite del fútbol y que su principal inquietud será la adquisición de un deportivo de alta gama. Valores lejos, muy lejos, de los educativos y formativos que debería promover un torneo de este calibre.
En lo que respecta a los equipos de la Comunitat Valenciana, y más allá de echar de menos la presencia de un Levante sub-12 al que la organización ninguneó y dejó fuera sin explicación satisfactoria, es inevitable sentir orgullo por el gran papel que realizó un Valencia CF muy serio defensivamente (cero goles encajados hasta llegar a la gran final) y que se hubiese proclamado campeón de no ser por la enorme diferencia física marcada por los culés Mamadou Bah y Moriba Kourouma, autores de los tantos que dieron el triunfo en la final al FC Barcelona (3-4). Lo mismo podría decirse del Villarreal, apeado del torneo en semifinales (0-2) con dos tantos del propio Kourouma.
En ambos casos, la delgada línea que separó la victoria de la derrota estuvo, como en muchas otras ocasiones en torneos de este tipo, en el físico –privilegiado para su edad- de un par de futbolistas. La experiencia nos dice que las escuadras valencianas no tienen por qué preocuparse: con el paso de los años y el crecimiento de los chavales, su calidad técnica primero equilibrará la balanza y finalmente acabará imponiéndose. Como reza el dicho: «Una veces se gana, y otras veces se aprende».