Es habitual toparse con padres que tratan de inculcar a sus retoños la necesidad de mantener un buen nivel académico aparejado a la diversión de jugar al fútbol con sus amigos. En el caso de Fernando Gómez Colomer (Valencia, 1965), el apodo de “El Catedrático” seguro que hizo sentirse muy orgulloso a sus progenitores. Con la vitola de ser el futbolista que más veces ha vestido la camiseta blanquinegra (553 partidos oficiales) y tras convertirse en una figura respetada dentro del terreno de juego y también en los despachos, ahora Fernando es un padre más que disfruta desde la banda del crecimiento personal y futbolístico de sus hijos.
ESPORTBASE: ¿Cómo fueron sus inicios en el fútbol base?
FERNANDO GÓMEZ COLOMER: Empecé en el Salgui con diez años, en 1975. Estuve cinco años entre las categorías Alevín e Infantil, y posteriormente pasé al Juvenil del Valencia CF. El Salgui era un equipo del barrio con mucha fama en Valencia en esas categorías, era referencia del futbol base junto al propio Valencia, Levante, Don Bosco, Benimar… Tuve suerte porque viví muy cerca del colegio hasta que me casé. Era un ambiente muy familiar, los profesores eran los entrenadores de los equipos, había muy buena relación entre los padres, nos llevaban a los partidos… Recuerdo ir a entrenar andando, en un patio interior con un campo pequeño de balonmano hecho de cemento, hasta que poco a poco nos iban dejando entrenar alguna vez a la semana en el campo de La Rambleta. Fue curioso porque necesité un permiso médico para jugar el primer año, dado que todavía no tenía edad para jugar en categoría Alevín.
EB: A día de hoy, las instalaciones han cambiado bastante…
FGC: Los campos eran todos de tierra, teníamos muchas dificultades para entrenar. Cuando encontrabas un campo con un poco de hierba, aunque fuese silvestre, te sentías como si fueses a jugar a Mestalla o a un gran estadio. ¡Ahí jugabas siempre bien, aunque fuese un patatal! Ir a jugar contra el Benimar o contra el Valencia era una gozada y nos hacía mucha ilusión.
EB: ¿Y cómo se tomaban sus padres su afición al fútbol?
FGC: A ellos siempre les gustó que jugase al fútbol y, además, el equipo lo hacía muy bien y teníamos buenos resultados. Mi padre me traía y me llevaba, y estaba contentos de que hiciese deporte. Sí que es verdad que, para ellos, los estudios estaban por delante de todo. Además, tenía la presión añadida de que mi padre era profesor en Jesuitas, el colegio donde estudiaba con mis hermanos. No teníamos más remedio que aplicarnos. Siempre digo que yo fui la ‘oveja negra’ de la familia porque uno de mis hermanos es catedrático de Derecho, el otro es médico y yo, simplemente, fui futbolista. (Risas)
EB: ¿Cómo se comportaba su familia cuando usted jugaba?
FGC: La rectitud, la educación y la forma de actuar fueron siempre muy importantes para mi padre. Recuerdo una vez en la que jugando un partido, que no era ni siquiera oficial, dos jugadores de uno y otro equipo empezaron a pegarse. Mi padre estaba mirando desde el coche, salió, me llamó y me sacó del campo. Yo era muy obediente y nos fuimos a casa, mi padre tenía muy claro que el buen comportamiento era fundamental en cualquier deporte que practicase.
EB: Y, a día de hoy… ¿el comportamiento de Fernando Gómez como padre se asemeja al que vivió usted de pequeño?
FGC: Mi padre no estaba demasiado encima a la hora de darme consejos futbolísticos, quizá porque las cosas me iban bien y no me hacía tanta falta. Cuando yo ahora se los doy a mis hijos, incluso a veces demasiado, intento hacerlo por su bien. Me gusta que en cada entrenamiento o en cada partido se acerquen al máximo de su capacidad. Con el pequeño tengo algo más de libertad, mi hijo mayor ya juega en campos más poblados y no me parece tan correcto darle indicación. Considero que haber sido futbolista durante tanto tiempo me ayuda a dar algunos consejos a mis hijos. Es curioso, porque cuando subí al Mestalla y luego al Valencia, el seguía viniendo a entrenar y, aunque lo hacía de forma muy discreta, eso me incomodaba un poco. En aquel momento me equivoqué, porque sólo ahora entiendo la ilusión que le hacía venir a verme, que es exactamente la misma que siento yo al ver a mis hijos entrenar y jugar partidos.
EB: Eso es un clásico del fútbol base: padres ilusionados al ver entrenar a hijos a los que le incomoda su visita, e hijos a los que les haría mucha ilusión que sus padres, algo más despegados, estuviesen en la banda. Siempre quieres lo que no tienes.
FGC: También hay que diferenciar entre el comportamiento de los padres, entre aquellos cuyos hijos juegan en clubes de élite como Valencia, Villarreal o Levante, y los padres cuyos hijos juegan en otros equipos. En el primer caso los padres hablan poco, ni dan indicaciones, porque todo está muy medido y controlado, son entrenamientos y partidos de nivel alto. Curiosamente, los padres nos sentimos con más derecho a dar indicaciones cuando el nivel del equipo no es de élite. ¡Yo mismo las doy! Lo reconozco, quizá las doy más de lo que debiera. Nos cuesta aguantarnos… (Risas) Creo que lo ideal es que los niños cometan los errores y traten de solventar ellos mismos las dificultades con las que se encuentren.
EB: En las entrevistas de ESPORTBASE nos gusta acabar con alguna frase o consejo para los jóvenes futbolistas y sus padres. ¿Qué les diría?
FGC: A los niños les diría que disfruten jugando al fútbol, no sólo en los partidos sino también entrenando. Que se tomen los entrenamientos en serio porque los entrenadores se esfuerzan mucho en que ellos mejoren. Es muy importante para que el colectivo al completo disfrute. Y a los padres… que no estén demasiado encima, que les dejen disfrutar. Son niños, son pequeños, ya irán mejorando las cosas que les faltan. Siempre que doy alguna charla referida al fútbol base y me piden un consejo para los padres contesto lo mismo: que el niño estudie mucho. Llegar a la élite es muy complicado, más allá de la calidad del jugador. Llegues o no llegues, hay vida después del fútbol y tienes que estar preparado para hacer cosas distintas.
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